Redacción Construir
El cuarto de baño es uno de los lugares con más riesgo de sufrir accidentes. Todas las personas normales están expuestas a sufrir estas contingencias, no se diga aquellas que tienen algún tipo de discapacidad o impedimento.
1000
dólares
es el precio de un retrete que puede variar la altura según el tamaño de la persona.Por esta razón, explica el doctor Hernán Carrera, en el mercado hay una gran variedad de productos para facilitar el día a día de una persona con algún grado de discapacidad.
Estos equipamientos van desde duchas que se instalan sin hacer obras en el lugar que ocupa una bañera, hasta muebles de baño adaptados e inodoros regulables en altura. Estos se adaptan al tamaño de la persona impedida y lo ayudan a realizar sus necesidades de buena forma.
Para salvar el desnivel habitual en los platos de ducha, continúa Carrera, las personas que utilizan sillas de ruedas pueden optar por duchas de obra o platos extraplanos, ubicados en el mismo nivel que el suelo y sin escalones. El material del plato de ducha debe ser antideslizante, para evitar caídas y resbalones.
Si el cambio de bañera a plato de ducha no es posible se puede optar por un asiento especial a motor adaptado a la bañera que eleva y sumerge a la persona.
Elementos obligatorios en estos equipamientos son las barras de apoyo. Estas se colocan en el inodoro y en la bañera o la ducha para dar estabilidad.
En el inodoro, explica el arquitecto Ramiro Soasti, la barra se coloca en los laterales, de manera que las personas se puedan sujetar con firmeza al sentarse y levantarse. En la ducha, se instalan en la pared para agarrarse durante el baño. En la bañera, se colocan en los muros laterales con el fin de apoyarse al entrar o salir.
¿Y la taza del inodoro? Esta, explica Soasti, debe colocarse a una altura entre 45 y 50 centímetros. En las tiendas especializadas se venden elevadores diseñados para alzar un retrete de tamaño estándar hasta la altura requerida.
Otra recomendación del diseñador: el modelo de lavabo elegido no debe llevar pie, y ha de estar colocado a una altura de unos 80 centímetros. Conviene que se instalen grifos monomando.
La grifería electrónica también garantiza una mayor seguridad ante un descuido. Además, recomienda Hernán Carrera, su uso es más sencillo porque funciona mediante un sensor de movimiento.
Basta con que una persona acerque las manos para que el sensor infrarrojo ponga en marcha el agua del grifo, dispense una dosis de jabón o active el secamanos.
Esta grifería se puede adquirir por precios que van desde USD 210 a USD 800; los secamanos, en cambio, varían desde USD 80 a USD 200. Hay dispensadores de jabón desde USD 6.