La Banda Sinfónica Metropolitana fue versátil y encantó al público

Redacción Cultura

Los aplausos de alrededor de 400 personas retumbaron en el Teatro  Sucre, la noche del jueves último.

De pie, el público ovacionó a los 34 músicos de la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito y a su director, el maestro Miguel Jiménez, luego de una hora y media de música continua. Entre sonrisas, felicitaciones y un repertorio variado, esta agrupación capitalina celebró sus 20 años.

70 INTEGRANTES
se iniciaron  en la Banda Sinfónica, en enero de  1990. Actualmente tocan 34 músicos.

Fue una velada de sorpresas, que se inició a las 20:30. Paradójicamente no empezó con música. El concejal Freddy Heredia, en representación del Alcalde, en un corto discurso resaltó el aniversario de la Banda y nombró a cada uno de sus integrantes.

Luego, Chía Patiño, directora ejecutiva de la Fundación Teatro Nacional Sucre, pidió que el personaje de la noche subiera al escenario. Se trataba de Rodrigo Paz Delgado, fundador de la Sinfónica Metropolitana, en 1990  cuando fue alcalde. Desde las primeras butacas se levantó en medio de los aplausos.

Su sorpresa y emoción fue evidente, sobre todo cuando el percusionista Patricio Villamar, quien lleva 20 años en la institución, resaltó su iniciativa hace dos décadas.

“Lo que vamos a compartir, espero que lo disfruten (...). Esta es su huella don Rodrigo. Nuestra gratitud y reconocimiento por su acertada iniciativa de crear la Sinfónica”.

Paz agradeció el gesto y comentó con una sonrisa: “yo creí que habíamos venido a oír música”.

A los pocos minutos, todos bajaron del escenario y el maestro Jiménez tomó su batuta. Eran  las 20:47 cuando sonó  Candide Overture, de L. Bernstein, la primera de cinco obras que constaban en el programa. La obra gustó al público, que la aplaudió cinco minutos después. Le siguieron el Capricho Español, de R. Korsakov y Moldau, de Smetana. Al finalizar cada obra,  Jiménez pedía a algunos músicos que se levantaran a recibir los aplausos. Y luego  todos se ponían de pie.

Para Lucía de Acosta, una de las asistentes, Moldau fue la obra clásica que más le gustó “por ser   difícil pero a la vez  espectacular para una orquesta”.
A las 21:21, sin ningún intervalo, la Sinfónica  Metropolitana tocó las danzas Príncipe Igor, de Borodin, y el IV Movimiento de la Sinfonía No. 5, de Shostakovich.

Parecía el fin del recital, pues el público se puso de pie para aplaudir a los artistas. Entonces, el maestro Jiménez agradeció, resaltó el profesionalismo de la Banda y dedicó el  tema siguiente a ‘don Rodrigo’.

 De pronto, se escuchó Vibes Mambo, de Tito Puente, que encantó a los asistentes. Unos movían sus manos, otros sus cabezas al ritmo de la música.
Para Miriam Arequipa, 20 años, que por primera vez  escuchaba a la Sinfónica, le pareció una interpretación muy emotiva. “Bastante dinámica, entretenida, me gustó bastante”.

La música no paró. Fool's Overture, de Supertramp, del conjunto británico de rock popular  a finales de la década de los setenta, sorprendió por su ritmo y versatilidad. Y, finalmente, la ovación aumentó cuando sonó la popular canción Caballo viejo, que llevó a los asistentes a acompañar el tema con sus aplausos.

“La Sinfónica demostró versatilidad, se enfocó en lo clásico y en temas tropicales. Y se vio la calidad y una excelencia en la interpretación de los músicos”, comentó Francisco Hinojosa, junto con su esposa y su  hijo, Felipe.

Tras bastidores, los músicos no paraban de sonreír y de celebrar por lo que algunos consideraban uno de los mejores conciertos en estos 20 años. Entre tanto, Patiño entregó un diploma a los miembros fundadores y botones a todos  los demás  integrantes.  Jiménez, con una sonrisa,     resaltó a la Banda por su talento. “Podría estar en algún concurso de cualquier festival latinoamericano”.

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