Enlatados, fideos, arroz, agua, granos y compotas para bebés son los productos que más se necesitan. Foto: Enrique Pesantes / El Comercio
Su local principal está en La Prosperina, en el norte de Guayaquil. Pero este domingo 1 de mayo del 2016, el Banco de Alimentos Diakonía, de la Arquidiócesis porteña, abrió pequeñas sucursales afuera de las iglesias de la urbe.
Detrás de una estantería de cartón, Victoria Carranza y otros voluntarios se instalaron junto a los pórticos de la Basílica Menor de la Merced.
Ahí, después de cada misa, decenas de feligreses se acercaban para entregar sus donativos, que hasta ahora han llegado a más de 321 000 familias manabitas.
Este domingo, la Arquidiócesis pidió a los fieles que acudan con donativos para los afectados del terremoto de hace 15 días, que dejó miles de damnificados en Manabí y Esmeraldas.
Enlatados, fideos, arroz, agua, granos y compotas para bebés son los productos que más se necesitan, a más de alcohol, mascarillas, repelente e hidratantes.
“Hasta el 25 de abril el banco había enviado más de 300 toneladas de alimentos a 16 partes de Manabí”, explicó Carranza, estudiante de la Universidad de Guayaquil que se unió a la colecta.
55 camiones, tres aviones y tres avionetas con medicinas, comida, ropa y agua son el resumen de la ayuda coordinada por el Banco de Alimentos, que ahora define una estrategia para que las donaciones no se detengan. Esto debido a que desde el 21 de abril el apoyo ha disminuido.
“El objetivo es mantener el apoyo de las personas, ya que en las zonas afectadas se necesita la colaboración de la comunidad por mucho tiempo hasta que logren levantarse”, dijo Alexia Molina, coordinadora del banco, quien además explicó que la colecta en las iglesias será continua.
En el 2011, Diakonía comenzó su lucha contra el hambre en Guayaquil. El banco recepta alimentos de empresas y cadenas de supermercados, y las distribuye a 41 fundaciones, a bajísimo costo. Estas agencias beneficiarias llegan con alimentos a cerca de 15 000 personas en la ciudad.