Redacción Manta
Después del terremoto de 7,1 grados en la escala de Richter que soportó Bahía de Caráquez, el 4 de agosto 1998, los recuerdos del movimiento aún están latentes entre los residentes del lugar.
La casa de María Luisa Robalino se cayó a causa del movimiento telúrico. Ella recuerda que su inmueble estaba ubicado en la avenida Bolívar, a 300 metros del malecón de la ciudad. “Allí quedó solo el terreno y ahora vivo con uno de mis hijos”.
La vivienda de Robalino, de 82 años, fue una de las 274 que quedaron destruidas después del sismo. Otras 605 edificaciones fueron afectadas. Hubo tres muertos y 1 240 damnificados.
Después de casi 12 años de la tragedia, el Municipio de Sucre, a donde pertenece Bahía de Caráquez, aún no ha creado una ordenanza que exija que las construcciones sean con estructura sismorresistente.
“Queda a criterio del constructor ponerle atención a las medidas de prevención, a la hora de construir”, comenta Octavio Mora, arquitecto.
Vicente León, jefe del Departamento de Planeamiento Urbano del Municipio, reconoce que el tema de ordenamiento no ha tenido un avance significativo.
La única guía que tiene la entidad es un estudio que realizaron técnicos de la Escuela Politécnica Nacional.
Allí se definieron los retiros entre viviendas y la consistencia de las estructuras, teniendo en cuenta la ubicación geográfica.
Según León, para los próximos meses se propondrá una ordenanza para controlar las nuevas construcciones.
Después del terremoto, la única obra de importancia es la construcción del puente sobre el río Chone. Su estructura es resistente a sismos. Así lo asegura Pedro Mosquera, superintendente de construcciones.