Ausencias explicables

La XIX Cumbre Iberoamericana celebrada en Portugal tuvo poca difusión y se caracterizó por notables ausencias. Unos jefes de Estado no concurrieron por razones comprensibles, como el de Uruguay, Tabaré Vásquez, en cuyo país se llevaba a cabo la elección presidencial. Fue notoria la ausencia de Venezuela y del club de presidentes de Nicaragua, Cuba, Ecuador y Bolivia. 

La cita careció de la espectacularidad de otras ocasiones. Esto debe anotarse como algo positivo, pues cumbres o diálogos entre jefes de Estado deben desarrollarse en climas que se suponen propicios para la toma de decisiones sobre asuntos de gran trascendencia.

Religión y medio ambiente

Diario La Nación
Argentina

En  noviembre se llevó a cabo en el castillo de Windsor la Cumbre de Líderes Religiosos y Seculares, en la cual representantes de distintas creencias  abordaron la cuestión del cambio climático.

En esa oportunidad se firmó el primer "gran compromiso internacional  para la conservación del medio ambiente en el que intervienen todas las religiones", cuyo objeto es amoldar el comportamiento y  actitudes de los fieles y  proteger la naturaleza para las generaciones futuras.

Dichos propósitos, reflejan la posición de  distintas religiones que participaron de esa cumbre relacionada con el problema del cambio climático.

Los riesgosos testigos protegidos

Diario El Universal
México

Hace  un mes, este Diario reportó las condiciones en las que vivía Édgar Enrique Bayardo del Villar, ex Alto Mando de la Policía Federal que confesó haber trabajado durante 20 años para narcos.

Convertido en testigo protegido de la Procuraduría, Bayardo del Villar consiguió que se detuvieran las acusaciones en su contra, la devolución de sus bienes y una compensación de 50 mil pesos mensuales.

En resumen, una cuestionable recompensa por haber abandonado el lado de los criminales para pasar a cooperar con la autoridad en una estrategia anticorrupción puesta en marcha el año pasado.

Obama va a la guerra

Diario El Tiempo
Colombia

El dilema de Estados Unidos en Afganistán era irse o quedarse. Lo malo es que, si retiraba las tropas que llevan ocho años allí luchando, corría el riesgo de hundir al país en un caos beneficioso para el extremismo de los talibanes.

Y si continuaba con los 68 000 hombres ya desplegados, podría hundirse en una guerra desgastadora e interminable, un nuevo Vietnam, agravado por el elemento del terrorismo internacional.

Obama escogió los dos términos del dilema: EE.UU. retirará sus tropas a partir de julio de 2011, pero aumentará inmediatamente el pie de fuerza. Antes de mayo llegarán a Afganistán 30 000 soldados más, equivalentes casi al 50% de los que hoy vigilan y luchan.

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