¿Será posible que nos estemos alejando políticamente de Venezuela? ¿Será razonable afirmar que Ecuador está tomando sensata distancia de Caracas? Varios eventos últimos confirman esta posibilidad.
Ahí están las recientes declaraciones del nuevo Canciller, de las que parece colegirse que Ecuador no necesariamente privilegiará sus relaciones con Venezuela o que, por lo menos de momento, no hay planes de profundizarlas.
Ahí están, creo que con mayor importancia y notoriedad, los cordiales saludos y las renovadas relaciones entre los presidentes de Ecuador y de Colombia con motivo de la cumbre de Unasur sobre la trágica situación de Haití. También se puede pronosticar una mejora de las relaciones entre los dos países si se produce una reunión entre los dos presidentes en Cancún, cuando se lleve a cabo la cumbre del Grupo de Río. Es claro y evidente que en el Gobierno venezolano nadie debe estar contento con el mejoramiento de las relaciones entre Ecuador y Colombia. Mientras Ecuador y Colombia más se acerquen, o por lo menos en la medida en que se normalicen sus relaciones, Venezuela quedará más aislada y poco a poco perderá fuerza en la región. No nos olvidemos que una de las razones de ser del régimen venezolano es atacar al Gobierno colombiano argumentando que bajo la presidencia de Uribe el país se ha convertido poco menos que en una sucursal de Estados Unidos. Así, bajo la lógica gubernamental venezolana, Colombia se ha tornado en una amenaza para la región. A Caracas no le debe hacer ninguna gracia que el Régimen ecuatoriano, que se supone debe ser su adepto incondicional, siquiera intente fumar la pipa de la paz con la “amenaza regional”.
Y por último está -este tema es el más claro y evidente de todos- la situación interna en Venezuela. Creo que nadie está en capacidad de discutir que los asuntos políticos y económicos en ese país han sufrido un deterioro sostenido en los últimos meses. A la ya crónica e indiscutible escasez de alimentos y de productos de primera necesidad se ha sumado ahora la vertiginosa inflación que, según el propio Banco Central, rondó el 25% en 2009. Por lo menos en Caracas, de acuerdo a lo que se lee en la no-creíble prensa y por lo que se ve en la inaudita televisión, los niveles de inseguridad son espeluznantes. Y, por último, de acuerdo a lo que han reportado las organizaciones internacionales de derechos humanos, el deterioro de las libertades públicas es también materia de grave preocupación. En otras palabras, quizás el oficialismo ecuatoriano por fin se ha dado cuenta de que el venezolano no es un bueno camino. Quizá el ingenuo sea yo’