Habiendo leído el artículo de Fernando Larenas ‘No codiciarás’, en el que hace referencia a apuntes de Juan Carlos Faidutti, (Ex-Contralor General del Estado) específicamente relacionadas a enriquecerse a cómo dé lugar, por asambleístas, ministros o funcionarios públicos en general, en todos los gobiernos. Nunca fui, ni soy político de profesión, pero sí seguidor de la vida diaria de nuestro Ecuador. Un día, más o menos 8 meses antes de la caída del Dr. José María Velasco Ibarra, fui llamado a su despacho, en Carondelet, y me pidió de favor si podía “madrugar” a las 5:30 ó 6 de la mañana los días 16 ó 30 cada mes. Me pareció raro su pedido, ya que con el presidente Velasco, no se tenía horario de labor, ni hora fija de entrada o salida… El caso concreto fue que me pedía recibir su sueldo de cada quincena, para repartir a los menesterosos de las iglesias Catedral, Sagrario, Compañía y otros de La Merced. Lista que varió muy pocas veces. Entregaba sus emolumentos ya que decía: el Estado, con dinero del pueblo, me paga todo: tengo vivienda, comida, ropa, me pagan la luz, agua etc., ¿Para qué me sirve el dinero, si hay pobres que no tienen ni para cubrir una de las tres comidas?
No es anécdota, fue una realidad vivida, cuando desempeñe el cargo de Tesorero General de la Nación.
¡Qué diferencia a lo que vemos en la actualidad!