En los articulados hay inseguridad

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Ayer, Teresa Torres esperaba un trolebús en la estación de la Villa Flora, en el sur. Al embarcarse en el articulado, lo primero que hizo Torres fue colocar su bolso negro hacia el frente y apretarlo contra su cuerpo.

Esta medida de prevención –explica Torres- la toma desde que fue víctima de un robo en otra unidad del Trolebús. Hace un mes, esta usuaria se bajó en la parada de Santo Domingo. Afuera de la estación, ella se dio cuenta de que le habían cortado la parte posterior de su cartera y se habían llevado su celular y su billetera. Torres no denunció el caso.

En este sistema de transporte se reportan cerca de 18 denuncias por delitos cada semana. En la Ecovía esa cifra es de 8. El jefe de seguridad del Trolebús, Santiago Aguilar, dijo que esa cifra se mantiene desde el año anterior. Pero la falta de denuncias es frecuente porque los usuarios prefieren evitar los trámites judiciales.

Por eso, existen guardias privados que resguardan los andenes con mayor reporte de delitos. Al mismo tiempo, un grupo de seguridad vigila con un sistema de cámaras dentro y fuera de las paradas. Este monitoreo se apoya en un grupo de guardias motorizados y el Grupo Impacto de la Policía.

Pero los casos de reincidencia son tan frecuentes que el conductor de la unidad 04 del Trolebús dijo que sabe cuando un sospechoso ingresa a la unidad. “Enseguida se advierte a los pasajeros que tengan cuidado con sus pertenencias”.

Existen al menos 40 personas que rondan el sistema de transporte y que han sido identificadas como sospechosas. “Pero el personal de seguridad y la Policía no pueden detenerlos si no son sorprendidos en delito flagrante”.

Aguilar explicó que durante los horarios de mayor afluencia, los ladrones aprovechan la aglomeración de gente para rebuscar los bolsillos de los pasajeros y meter mano en mochilas y carteras. La recaudadora del andén Hermano Miguel, en el centro, dijo que también hay mendigos que ingresan a las paradas y arranchan el dinero de la recaudación.

También se han reportado casos de riñas, acoso sexual y agresiones contra pasajeros y personal de la empresa de transporte. En algunas ocasiones, los empleados han tenido que enfrentarse a los delincuentes. Hace un año, el guardia y el recaudador de la parada Manuela Cañizares, de la Ecovía, se enfrentaron a golpes contra dos hombres que ingresaron sin pagar el pasaje y luego insultaron al personal.

En la Ecovía no se han tomado medidas para mejorar la seguridad de usuarios y empleados. En los andenes de este sistema no existen cámaras de videovigilancia. Los guardias solo se ubican en las paradas de mayor conflicto y el equipo de comunicación es escaso.

En el Corredor Central Norte también hay paradas inseguras. Una de ellas, según Armando Gutiérrez, es la estación de La Ofelia. Cuando el articulado llega, la gente no respeta la fila y se amontona en las puertas. “Ahí , los delincuentes aprovechan y meten la mano en las carteras o en los bolsillos”.

Pero eso también se repite dentro de las unidades de transporte, según Wilma Aguirre. La pasajera contó que a la altura de la calle Edmundo Carvajal el articulado iba lleno. En el arranque, un hombre que estaba junto a ella se apegó demasiado e inmediatamente se bajó en la parada.

Minutos después Aguirre se dio cuenta de que su cartera estaba rota y su billetera había desaparecido. “La cortada parecía hecha con una navaja, en un costado donde la bolsa estuvo desprotegida”.

Guido Molina, gerente del Corredor Central Norte, dijo que no existe un registro con las denuncias de robos en las unidades de transporte. Aseguró que ocasionalmente hay quejas pero que direccionan a los usuarios para que acudan a la Emmop para denunciarlas.

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