Malcorra, una ingeniera de 62 años, tras su paso por el mundo corporativo se incorporó en 2004 a Naciones Unidas, donde llegó a ser jefa de Gabinete de la Secretaría General. Foto: EFE
En un momento clave de su política exterior, el Gobierno de Argentina ha registrado esta semana la salida de la canciller Susana Malcorra, considerada por muchos como artífice de la reciente “reinserción” de su país en el mundo y que, en una decisión casi inédita, será reemplazada por un diplomático de carrera.
Malcorra, una ingeniera de 62 años, tras su paso por el mundo corporativo se incorporó en 2004 a Naciones Unidas, donde llegó a ser jefa de Gabinete de la Secretaría General, puesto que dejó en diciembre de 2015 para sumarse al flamante Gobierno de Mauricio Macri, a quien había conocido un mes antes.
En el casi año y medio de su gestión al frente del Palacio San Martín, se produjo un verdadero aluvión de visitas oficiales a Argentina y otras tantas de Macri al exterior, además de una activa participación del país en foros internacionales.
A la par, pasó buena parte de 2016 en competencia por la Secretaría General de la ONU, en la que finalmente se impuso el portugués António Guterres.
“Se había encomendado en manos de la canciller la reinserción internacional de nuestros país en el mundo y lo ha logrado con éxito. Ha sido más que buena su gestión”, destacó la analista política Gretel Ledo.
Malcorra anunció el lunes 29 de mayo del 2017 su renuncia por motivos familiares, para mudarse a España, pero los analistas creen que hay otros motivos ulteriores o, cuanto menos, un marco político que supera las razones personales.
“Creo que alegar que por cuestiones personales se está alejando la canciller es algo que se está difundiendo para la prensa, pero los motivos reales no son esos”, aseveró Ledo.
La experta apuntó que Malcorra tenía “roces con los equipos técnicos de la Cancillería, un cuerpo totalmente jerárquico y diplomático”, además de “diferencias” con el propio Macri.
“Tenían diferentes maneras de encarar las cosas. Macri tiene una visión quizás más política y Malcorra un apego más diplomático”, según Ledo, una divergencia que se vio en el manejo ante la crisis en Venezuela.
Estas diferencias se terminaron de cristalizar con la reciente gira de Macri por Japón y China.
“En la Cancillería había otra visión respecto de la apertura total que se le ha dado a China para que invierta en Argentina. La Cancillería tenía una visión un poco más morigerada. Pese a ello, el presidente avanzó en un plano tajante, totalmente abierto para la atracción de inversiones directas”, apuntó la analista.
Para Jorge Arias, de la consultora Polilat, tampoco se debe soslayar la supuesta buena relación de Malcorra con Martín Lousteau, que dejó la embajada en Washington para competir en las legislativas de este año por fuera del frente gobernante Cambiemos.
Para reemplazar a Malcorra a partir del 12 de enero fue designado el embajador argentino en Francia, Jorge Faurie, el primer diplomático de carrera, no político, en comandar el Ministerio de Exteriores de Argentina desde el retorno del país a la democracia, en 1983, salvo un breve cargo interino en 1989.
Desde el punto de vista de Arias, la elección de Faurie está en línea con la visión de Macri de que “la política es mala”, una mirada que reduce a la Cancillería a “una especie de gerencia de comercio exterior que debe buscar oportunidades o, eventualmente, defenderse en función de las circunstancias de los mercados”.
“La política internacional es más que eso. Pero no hay un lineamiento estratégico en el cual quien conduce la Cancillería es la expresión política de un proyecto de política internacional”, opinó.
Para Arias, el Gobierno de Macri, que comenzó con una apuesta por la reinserción de Argentina en la globalización, se topó a medio camino con un cambio de tendencia internacional hacia una “agenda más centrada en los nacionalismos” que irrumpió con el Brexit y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
“No hay plan ni rumbo definido. Argentina interactúa en función de los intereses que están en juego en la agenda mundial. Pero no hay una idea clara de cuáles son nuestras alianzas estratégicas.
Pareciera que todo es posible: desde China, pasando por Rusia, a Estados Unidos”, sostuvo.
En este contexto, Argentina tiene desafíos importantes a la vista, entre ellos acoger en diciembre la reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y presidir el G20 en 2018.