Sí, la última ley expedida por el Gobierno a finales del año 2012, arranchará los aplausos de los feligreses resentidos, a quienes les gusta todo lo que sea conseguido a base de revancha. Aquel que con esfuerzo ha logrado algo, en criterio de varios de los que rodean al Mandatario, es un abusador que ha tenido éxito a costa de explotar a los trabajadores. No entienden que el triunfo no es solo del capitán del equipo, sino del grupo que lo acompaña. Eso es lo que precisamente ocurre en empresas y con empresarios que han sabido crear y mantener un negocio próspero. En este tipo de compañías se aprecia que los trabajadores ganan bien por su esfuerzo y dedicación, y los administradores y accionistas, que arriesgan su capital, perciben sus utilidades.
Aplausos los recibirá el gobernante por la expedición de la Ley Orgánica de Redistribución de los Ingresos para el Gasto Social, que ataca a las 36 instituciones financieras que operan en Ecuador, en desmedro de principios constitucionales olvidados por el gobernante y su equipo.
Esta ley con la que se quiere financiar el aumento del Bono de Desarrollo Humano, es inconstitucional porque viola el principio que dispone que el régimen tributario se rige por la generalidad, no discriminación y equidad.
Se afirma que la Ley va dirigida a las instituciones financieras porque sus ganancias deben democratizarse, pero nada dicen del reparto de las pérdidas que, a Dios gracias para el país, no se han producido.
Pero si este grupo de empresas hoy son “atacadas” por el gobernante, ¿quién dice que no dirigirá su mirada a los supermercados, a las compañías inmobiliarias, a las industrias manufactureras? Los supermercados generaron una utilidad del 18,10% frente a su patrimonio; las inmobiliarias el 28,23%; y, las industrias manufactureras el 20,76%. Las instituciones financieras, utilizando el mismo factor de cálculo, tuvieron unas utilidades del 17,57%.
¿Por qué las instituciones financieras? Porque le dan votos. Porque al pueblo le encanta la revancha auspiciada por el gobernante. Porque se juega con el prestigio de unos seres humanos, por los errores cometidos por otros en el pasado. Errores redimidos por los actuales banqueros. Pero, eso sí, el gobernante designa como Presidente del Banco Central a un primo mentiroso y tramposo.
Como consecuencia de esta aplaudida ley, pero inconstitucional en el fondo, habrá una reducción del crédito y, por ende, una desaceleración del crecimiento de la economía.
Ahora tenemos un pueblo mal informado por las cadenas gubernamentales, pero feliz porque a los “banqueros corruptos” les han quitado las utilidades “excesivas” por ellos generados.
¿Qué reacción tendrá ese pueblo cuando al sector productivo en que trabajan le hagan lo mismo? El silencio es de cobardes.