Redacción Sierra Centro
Raquel Guevara es diseñadora gráfica y vive en el barrio La Presidencial, en el sur de Ambato. En esta zona, los cortes de energía eléctrica se aplican en la tarde y en la noche. “Estoy cansada de los apagones. La batería de mi computadora portátil dura poco. Sin luz no puedo adelantar el trabajo”.
Desde hace dos semanas, Guevara encontró una solución para aprovechar el tiempo. “En el Mall de los Andes no hay cortes de luz. Además, tengo Internet inalámbrico gratis. Es genial”.
Actividades familiares
En el local de juegos electrónicos Extrem, ubicado junto al patio de comidas del Mall de los Andes, acuden más jóvenes en compañía de sus padres.
Este incremento se registra desde que se iniciaron los apagones. Por las noches hay largas filas de autos para ingresar a los parqueaderos del Mall. Los fines de semana, gente de Riobamba, Guaranda y Latacunga también visita el centro comercial.
En las últimas semanas, Guevara va más seguido a este centro comercial. Es el único que hay en la capital de Tungurahua. Está ubicado en el sur de la ciudad. Por la restricción de la energía eléctrica se ha convertido en el lugar preferido de ejecutivos, amas de casa, estudiantes…
Según Juan Pablo Viera, gerente administrativo del Mall de los Andes, el número de clientes se duplicó. “Normalmente a la semana hay entre 1000 y 2000 visitas. Pero ahora es el doble”.
En el Mall de los Andes se trabaja con plantas generadoras, con el fin de colaborar con la emergencia eléctrica. Patricia Morales vive en la ciudadela Nuevo Ambato. “Es grave cuando no hay luz en la noche”. Cuenta que desde las 19:00 limpia la casa y revisa los deberes de sus dos hijos, Camila de 5 años y Nicolás de 8.
“Desde que empezaron los apagones es complicado realizar esas actividades”, cuenta molesta. Ella trabaja desde las 09:00 hasta las 18:00, en una tienda de ropa ubicado en el centro de la urbe.
Cuando no hay luz en la noche visita el Mall. “Voy con mis pequeños al patio de comidas. Compro algo para todos, como unas papas fritas para picar. Ahí hacemos los deberes”, explica.
Jhony Noboa agrega que en la pantalla del patio de comidas también se puede mirar los partidos de fútbol. “Cuando en los bares del centro no hay luz hay que venir acá. No me puedo perder los partidos de mi Liga”.
En el Cinemark, la compra de boletos ha aumentado. David Escobar, asistente de Gerencia, asegura que el mes pasado recibían a diario a 650 personas. Ahora visitan el lugar más de 700. “Es mejor ver una película antes que quedarse en casa aburrido y sin luz”, afirma el estudiante universitario Juan Carlos Cruz.
Testimonios
Zigor Rivera/ Esmeraldas
Se dañaron los amplificadores
Calculo que estoy perdiendo entre USD 150 y USD 200 diarios. Soy dueño del centro cultural gastronómico Jujuto. Cuando no hay luz, la gente no sale. Además, gasto USD 5 en velas, cada tres días. En la sala de karaoke se me quemaron las cajas de amplificación, en dos ocasiones.
Eso se debe a los repentinos cortes y retornos inesperados de electricidad que producen una sobrecarga. Solo en la reparación de los amplificadores gasté USD 300. Pero no solo yo pierdo. También pierden mis tres colaboradores, porque cuando no hay clientes tengo que decirles que no vengan. Y un día sin trabajar es un día perdido.
Fabián Chugá/ Tulcán
Tengo miedo por los asaltos
Por mi trabajo de barredor salgo a las 04:30, a limpiar las calles. Cuando hay apagones me da miedo. No se ve nada y hay que ir con cuidado al sector donde nos designa el jefe. Hay barrios peligrosos y tenemos que cuidar la carretilla y las palas para que no nos roben. La semana pasada estábamos limpiando en el centro y asomaron los dueños de lo ajeno.
Ellos corrían y alguien los seguía, no nos vieron por la falta de luz y pasaron junto a nosotros. Con los cortes de luz hay mayor inseguridad. A las 08:00 regreso a la casa y salgo a vender caramelos hasta las 19:00. Rezo para que no me roben en la oscuridad.