Antonio Ricaurte acompañado de su esposa María del Carmen Pereira y de sus hijos Simón (derecha) y Cayetano, en su vivienda ubicada en el sector de Nayón. Foto: EL COMERCIO
Antonio Ricaurte nunca deja de sonreír. Ni cuando los flashes de la cámara lo rodean ni al hablar de los insultos que ha recibido en las redes sociales. Dice no interesarle ser el centro de atención, sin embargo, lo es. La vida política de Antonio Ricaurte ha estado llena de momentos controversiales.
Desde que ingresó a la política pública como concejal de Quito, a sus 23 años , y colgó sábanas blancas en la calle más contaminada del sur, como crítica al gobierno municipal de Paco Moncayo, hasta cuando votó en contra de una propuesta de su bloque, la alianza SUMA- Vive, y dio una rueda de prensa con los concejales de Alianza País.
Desde entonces, cientos de comentarios ofensivos en su contra empezaron a circular en la Red. En su Facebook lo tildaron de traidor y oportunista. Pero ni eso le quita la sonrisa.
Lo primero que se escucha al entrar a su casa, en Nayón, es el llanto de uno de sus dos hijos. Ricaurte, de 36 años, baja las gradas de madera, acicalado.
Unos lo llaman vanidoso, otros ‘figureti’ e impulsivo; sin embargo, 15 personas entrevistadas coinciden en algo: su mayor fortaleza es su carisma.
Fue así desde niño. Silvia Oña, rectora de la Escuela La Condamine, donde estudió, lo describe como un alumno vivaz, inteligente y líder. Un día organizó a sus compañeros y mientras jugaban a ‘hacer la huelga’ rompieron los cristales de un salón. Con solo 8 años, Ricaurte fue expulsado de la escuela por indisciplina.
Hoy suelta carcajadas y recuerda su infancia. Sus padres se divorciaron cuando era niño y lo educaron sus abuelos, Julio Román y Carlota López.
Pero Ricaurte, en realidad tuvo tres madres: Mónica Román, su progenitora; su abuela; y Gladys Espinoza, quien lo crió. “Tengo una madre negra. Ella fue criada por mis abuelos porque sus padres la regalaron de niña. Eso me marcó. El no poder entender cómo había personas tan pobres que debían regalar un hijo”. A Ricaurte, de niño, nunca lo castigaron.
Siempre dice que hizo lo que le dio la gana. ¿Y lo sigue haciendo? Su respuesta es sí. Esa es la pauta que rige su vida y le ha causado problemas.
Habla de su pasión por la política, por la ciudad, y confiesa que aunque muchos creen que en la política uno debe meditar bien lo que hace, él es distinto. “Nunca nadie me ha dicho lo que tengo que hacer”.
Quizás por eso, algunos de sus compañeros de bancada coinciden en que una de sus debilidades es que no siempre respeta los parámetros y actúa bajo su libre albedrío en lugar de acatar lo que una militancia estructurada determina.
Sergio Garnica, presidente del Movimiento Vive, admira su liderazgo, su manejo político y su trabajo comunitario, e identifica como su flaqueza la toma de decisiones apresuradas. Por ejemplo, cuando decidió renunciar a la Vicealcaldía sin consultar con su equipo.
Ricaurte pasó a la historia como el alcalde más joven de la ciudad. Aunque su Alcaldía duró solo tres meses, en el 2004, le dejó de herencia un apodo que hasta el momento lo acompaña: el ‘Guagua Alcalde’.
En el 2006 ganó la Consejería Provincial con la mayor votación. En febrero pasado fue el concejal más votado del Distrito. Solo dos veces ha perdido las elecciones: cuando se postuló para la Alcaldía frente a Augusto Barrera, en el 2009, y cuando disputó la presidencia del consejo estudiantil con Mauricio Rodas, en 1994, en el Colegio Tomás Moro.
El actual Alcalde y Ricaurte se postularon en diferentes listas para formar parte del consejo estudiantil, Rodas, dos años mayor, lo venció. Dato curioso: Ricaurte no era hábil para la educación física.
Patricio Guzmán, su profesor en el colegio, recuerda que fue excelente alumno excepto en esta disciplina. Ni él ni Rodas se destacaron en esta actividad.
Sin embargo, con los años, Ricaurte se volvió amante del deporte. Su ausencia este año en la Carrera Quito Últimas Noticias (UN 15K, sorprendió.
Comentaban que debido a la controversia de su accionar político antes a la competencia, prefirió evitar cualquier agresión. Pero Ricaurte explica que ese día Simón, su hijo de 10 años, jugó un partido de fútbol por cuartos de final junto al equipo de Liga y verle jugar es sagrado.
Cuando el fotógrafo está frente a Ricaurte, él mira a la cámara en lugar de al periodista. Hace lo mismo cuando está en un canal televisivo. Paco Moncayo, ex alcalde de la ciudad, lo recuerda como un luchador, apasionado, a quien nunca le incomodó ser el centro de atención. Dos personas que han trabajado con él coinciden en que está demasiado pendiente de aparecer en los medios.
Fue presidente de la Federación de Estudiantes de la SEK, donde estudió Derecho. Fue quien propuso a Rodas ser candidato a Alcalde (le insistió por un mes). Y fue comparado, en el 2006, con Fabián Alarcón, por ‘bailarín’ .
Ricaurte es amigo del presidente Rafael Correa. Lo conoció en el foro Ecuador Alternativo, hace 11 años. Recuerda que Correa le ayudó con una simbólica cantidad de dinero cuando fue candidato a concejal. De hecho, fue él quien le presentó al Presidente a Augusto Barrera.
A inicios de año, Ricaurte fue acusado por miembros de Alianza País de haber enviado al exterior más de medio millón de dólares y de no declarar impuestos en el 2009. Ricaurte explicó que no declaró porque no tenía trabajo y que la transferencia la hizo desde su cuenta junto a unos amigos para participar en una inversión que resultó ser una estafa.
En la última reunión del Concejo, un grupo de personas se plantó afuera del Municipio y pidió su renuncia, que se vaya a su casa, pero Ricaurte mantuvo la calma.
Sus hijos aparecen, se enredan en sus piernas, corretean junto a la piscina y él presenta a su esposa: Carmen Pereira, perfil bajo, compañera del colegio y su novia por seis años.Él carga a sus hijos (ninguno de ellos quiere ser político) y se despide con una sonrisa.