‘Hace un año se me acabó el amor por Íngrid’

María Isabel Rueda, El Tiempo, GDA

Estrena libro y al parecer también novia. Juan Carlos Lecompte, el aún esposo de Íngrid Betancourt, es una de las personas que más de cerca la  conoció. Y ahora, con su libro ‘Íngrid y yo, una libertad agridulce’ quiere que todo el mundo conozca su versión de la historia.

¿Este  libro lo escribe porque aún tiene abierta la herida de amor con Íngrid?

No. Ya la cerré. A mí realmente el amor por Íngrid se me acabó del todo cuando murió mi papá, hace un año.  Mi papá estaba agonizando y yo no tenía cabeza para nada. Le pedí que me diera un tiempito. Tres días después murió mi papá y me llegó su demanda de divorcio.  Ese día se me acabó el amor por ella.

Todos pensamos que el amor se le había acabado con el incidente del aeropuerto, el día de la liberación, cuando casi ni lo miró.

No. Hablamos hasta Año Nuevo.

A pesar de eso ¿usted todavía guardaba esperanzas?

Yo me merecía la oportunidad.

¿De componer la relación?

Sí. Yo pensaba que de pronto sí se podía.  Nos pusimos una cita el 25 de diciembre en Miami, pero ese día mi papá entró en coma. Falté a esa cita, pero siempre mantuve la esperanza, quizá de una manera inocente, ridícula.

Inocente puede que sí, pero ridícula no...

Pues  en estos días una mujer, como de unos 30 años y muy bonita, me paró en la calle y me dijo la cosa más chévere que me han dicho en  estos años: ‘A mí me gustaría conseguirme un hombre que me quiera como tú quisiste a Íngrid’. 

¡Qué bonito! 
Íngrid nunca me dio un pésame. Y recibir la demanda de divorcio el día de la muerte de mi papá... Hay unos  límites en la vida que uno no debe pasar.  Mi padre la quería mucho y le escribió un poema que está en el libro. .

¿Por qué no hacer un divorcio de común acuerdo?

Eso era lo planeado. Pero ella quería que le firmara los papeles con mucho afán, y eso no podía ser con mi papá en el lecho de muerte.

No me ha contado por qué escribe  este nuevo libro.

Es un exorcismo, pero además, cuando uno escribe un libro, pone la vida en perspectiva. Y así ve muchas cosas que no ha visto en el día a día;  es la historia de los que nos quedamos acá.

¿Cómo empieza el libro?

En el momento en que ella se baja del avión, en julio de 2008, cómo me entero yo,  cómo fue el encuentro, cómo fue la llamada que me hizo 15 minutos antes de aterrizar en la que me doy cuenta de que ella estaba muy fría.

¿Qué revela en el libro?

No tiene una gran sorpresa pero sí muchas pequeñas sorpresas. Por ejemplo, la de la llamada. En esos 15 minutos yo pude llenarme de fuerza porque ya sabía lo que venía: la absoluta frialdad de Íngrid en su saludo conmigo.

No faltará quien diga ¡ah! Juan Carlos utiliza a Íngrid para ponerse unos pesos.

Pues yo perdí seis años y medio de mi vida. En mi libro relato el día a día.  Los secuestrados tienen todo el derecho de escribir libros para contar su drama, pero los que nos quedamos aquí también tenemos nuestra  historia.

¿Y cuál es su historia?

Una de mucho amor, de muchos sentimientos, de muchas emociones, y yo quiero que el mundo la conozca, porque las personas conocen la historia de los secuestrados, pero no la  de los que nos quedamos aquí con la vida suspendida.

¿Cree que las versiones del libro de Clara Rojas y de los gringos, afectaron a Íngrid en su imagen?

Sí, un poco; para mí fue una sorpresa, como lo fueron las revelaciones de los gringos. Que ella se robaba la comida y que hacía peligrar la vida de los gringos porque decía que eran de la CIA. Pero en esos momentos tan extremos  yo respeto las maneras que ella escogió para sobrevivir.

¿Ella conoce su libro?

Su contenido no, pero de que va a salir debe haberse enterado por las noticias. Ella también sacará el suyo en marzo, y yo no lo conozco. Sé que va a ser una cosa muy ambiciosa, que Spielberg está interesado en llevarlo al cine.

¿Por qué el libro sale primero en Francia que en Colombia?

Pues porque recién se interesó  una editorial en Colombia. Ojalá que se concrete algo.

¿Cuál es el epílogo?

Que a esta Íngrid de ahora  prácticamente no la conozco. 

Íngrid ya no está. ¿Se ha vuelto a enamorar?

Por ahí hay una niña, sí.

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