Pablo Velásquez
Otro año más, no puede ser tan simple, no fue tan simple.
La ciudad llena de símbolos: monigotes representando situaciones del año, viudas desinhibidas, juegos pirotécnicos, reuniones familiares.
Mientras se van quemando los monigotes las viudas guardan su desenfreno, se agotan los juegos pirotécnicos, la cena termina, el año nuevo con sus ilusiones va arrancando.
Volver a empezar con ilusiones que se ralentizan con amigos y familiares que nos dicen: un excelente año, este año va a ser mejor que el anterior, etc. Y ¡sí va a ser mejor!
Estamos seguros que las malas cosas de 2009 se consumieron con el monigote, explotaron en la pirotecnia y la viuda del 31 de diciembre botó en sus horas desbordadas todo lo negativo.
Situación repetitiva pero singular y única en la que los eventos no son los mismos.
La capacidad humana de crear estos eventos es una de sus mayores habilidades. Se utiliza una situación natural armónica, una vuelta completa del planeta Tierra a la estrella Sol, y se organiza una festividad que supera a la Navidad en sencillez y representación simbólica.
La cultura ha creado la festividad del Nuevo Año, que cumple una función vital al conducirnos a darnos una nueva oportunidad.