Wilson Araque, coordinador del Observatorio de la Pyme-UASB. Foto: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
Debate
Así estamos
Luego de un escenario de crecimiento económico, basado, ante todo, por la inyección de dinero a la economía nacional vía gasto e inversión pública -proveniente, principalmente, de los altos precios del petróleo-, el Ecuador ha pasado a una situación en donde ese ritmo de crecimiento se ha desacelerado, incluso en el segundo y tercer trimestre se registró un crecimiento negativo del 0,6% y 0,4%, respectivamente, y con previsiones, para el 2016, de mantener la tendencia al decrecimiento.
Ello visibiliza, por un lado, la alta vulnerabilidad que tiene una estructura económica soportada en la producción y renta petrolera y, por otro, la necesidad urgente de impulsar un tejido productivo en donde el motor del crecimiento económico sea un sector privado que, eso sí, articulado a las grandes directrices nacionales planteadas por el gobierno que esté de turno, sea capaz de ser el gran generador de fuentes de trabajo y de los dólares que el país necesita.
Las salidas
Pensando en el corto plazo se debe actuar sobre el análisis de la estructura de los egresos que forman parte del presupuesto estatal, buscando eliminar y/o reducir aquellos que por un lado, se consideren como no necesarios, es decir que no aportan a la consecución de los grandes objetivos nacionales y/o, por otro, estén sobredimensionados afectando, como es obvio, al desempeño eficiente sobre el cual deberían operar las organizaciones que integran el sector estatal -gobierno central y gobiernos autónomos descentralizados-.
Yendo al pensamiento estratégico de largo plazo, el desafío -repetido desde hace varias décadas y sobre el cual poco se ha avanzado- tiene que ver con el paso del rentismo petrolero hacia una economía que, levantada sobre la base de la confianza y los mecanismos de mejoramiento de la equidad social y la infraestructura física -en donde se ha avanzado de manera importante- se impulse un sector productivo, alternativo al tradicional que ha estado vigente.
Este sector productivo debe estar soportado en el funcionamiento interactivo, eficiente e innovador de las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas que integran el tejido empresarial ecuatoriano.
Y, claro, ese escenario productivo se deberá soportar en una estrategia dirigida a cuidar a la dolarización -modelo monetario que desde 2000 ha demostrado sus bondades económicamente estabilizadoras- a través, principalmente, del estímulo de variables generadoras de divisas buenas, como es el caso de la exportación de productos ecuatorianos diferentes a los tradicionales y la inversión directa extranjera con fines productivos. Para ello, es necesario, según sea el caso, la generación de acuerdos comerciales con países que realmente ofrezcan al Ecuador condiciones soberanas y favorables en términos de oportunidades de negocio.
Otra acción estratégica clave es la promoción de un clima de negocios e inversiones en donde reine la confianza creada con la vigencia de un entorno macroeconómico en donde se den señales de que la economía es un espacio que, sobre todas las cosas, ofrece certidumbre gracias a la permanencia de sus reglas de juego (leyes, reglamentos, etc.).