Cuba - EE.UU.: paso a paso

Tras el anunció histórico de la reanudación de las relaciones diplomáticas del 17 de diciembre y la intención de nominar embajadores en La Habana y Washington, las cosas caminan lento.

Es normal que así ocurra.

Desde el triunfo de la Revolución( 1959), la Guerra Fría se instaló entre Cuba y Estados Unidos como réplica de la tensión entre la potencia del norte y la Unión Soviética.

Los estancamientos y reinicios de los diálogos serán moneda común y hay que acostumbrarse. De ningún modo, al menos por ahora, eso implica que se deba dar por fracasado un proceso que parece indetenible.

La apertura tiene tiempos distintos e implicaciones diferentes desde las velocidades, intereses y visiones de Estados Unidos y Cuba.

La reacción de Fidel Castro, líder histórico de la Revolución ya retirado, podía esperarse por una visión radical de antaño o aun como una estrategia del Régimen frente a la negociación, sus palabras no ‘bloquean’ el diálogo, aunque muestre su desconfianza proverbial en Estados Unidos. Es comprensible: el octogenario comandante fue el protagonista de episodios claves como la guerra de guerrillas, la defensa de Playa Girón, la proclamación del carácter socialista de la Revolución y la crisis de los misiles. No olvida su encono con EE.UU.

El presidente Raúl Castro exige el final del bloqueo para normalizar las relaciones.

Será el primer obstáculo.

Del mismo modo, la comunidad cubano-americana de Miami muestra sus dientes frente a la decisión y activa sus influencias en las entrañas del partido Republicano.

En todo caso que las diplomáticas Vidal y Jacobson se hayan instalado en una misma mesa para exponer sus tesis encontradas es mejor que la diplomacia de declaraciones y discursos altisonantes.

La apertura se viene, las ideas de renovación se imponen, la situación de bloqueo y embargo ha tardado mucho tiempo. Vale la pena esperar en pro del cambio histórico que la hora demanda.

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