En el centro de Portoviejo se recuerda a las personas que murieron en el terremoto con velas y fotografías. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
El lugar está en tinieblas. Falta un poco para las 7 de la noche. Al fondo solo se ven unas 10 velas que este 28 de abril del 2016 fueron encendidas por lo vecinos.
Ahí se ven fotos de niños y de adultos. Todos murieron ahí cuando el terremoto de 7.8 destruyó el edificio de cinco pisos que funcionaba en el centro de Portoviejo.
“Con la ayuda de Dios nos levantaremos”, se lee en un papel escrito con marcador negro.
“Por siempre Marly Arteaga”, de dice junto al retrato de una mujer.
Dos policías miran el altar, pero se retiran. “Los familiares de los señores pusieron eso, pero ahorita se fueron”, dice uno de ellos.
Luego llega Esther, una vecina que dice haber conocido a una de las fallecidas que aparece en la foto. “Ella trabajaba en la farmacia que funcionaba aquí”, dice. Y muestra el gran patio que quedó después de que los tractores limpiaran los escombros que dejó el edificio pulverizado por el sismo.
“Yo no estaba aquí, pero dicen que de aquí sacaron cinco muertitos”, dice Esther.
Falleció el dueño de la farmacia, su esposa y arrendatarios. “Aquí vivía bastantes personas que arrendaban departamentos”, recuerda Esther.
Los vecinos que viven por esa sector aún recuerdan esos segundos que duró el terremoto.
“Primero empezaron a sonar las paredes, luego se rompieron las ventanas. En la calle la gente gritaba y de pronto se rompieron los cables y nos quedamos sin luz”.
Los cables se cayeron al piso. La gente corría. Julio dice que se quedó parado debajo de su negocio de lubricadora y que “por suerte” las paredes soportaron el movimiento telúrico.