En julio, el alcalde de Quito, Mauricio Rodas, se reunió con Correa para hablar del Metro. Foto: Archivo EL COMERCIO
Entre el 23 de febrero del 2014 y hoy, muchos de aquellos alcaldes que ganaron al estar en una lista opositora han debido acercarse a la calle García Moreno y por lo menos compartir un almuerzo en Carondelet.
Hace 365 días, por primera vez desde la segunda vuelta del 2006, Alianza País conoció lo que es una derrota en las urnas. El Gobierno ha preferido usar el término “revés”, porque no perdió –en rigor-, pues fue la mayor fuerza al obtener 69 de las 221 alcaldías en disputa.
Pero si se mira el mapa de las capitales provinciales, solamente ganó en cuatro de 24.
Desde esa fecha, el oficialismo instaló el término “restauración conservadora”. La oposición, en cambio, se regodeaba con las victorias en Quito, Guayaquil y Cuenca. Pero el panorama ha cambiado y los gobiernos locales se han visto en la necesidad de tener ciertos acercamientos.
Las relaciones con el presidente Rafael Correa se caracterizan según el presupuesto, las dimensiones y la filiación política de sus alcaldes. Y son Guayaquil, Quito y Cuenca la expresión más visible de las diversidad de relaciones que se pueden tener con el Régimen: Nebot, totalmente confrontado; Mauricio Rodas, con diálogos pero defiende su posición de independiente, y Marcelo Cabrera, que al poco de asumir se acercó al correísmo.
Estas aproximaciones y distancias entre autoridad local y Gobierno central se constatan en la obra pública. Guayaquil es el referente de cómo dos administraciones realizan un trabajo paralelo y sin que medie diálogo alguno. El parque Samanes, el mayor espacio recreativo en el puerto, y los puentes que conectan el sur de Guayaquil con la isla Santay, y esta a su vez con el malecón de Durán, en la otra orilla del río Guayas, se inauguraron en junio con una inversión del Gobierno de USD 14,2 millones.
El Municipio respondió esa incursión estatal con la ampliación de los actuales espacios verdes y la construcción de otros, como el parque acuático Coviem. El miércoles, Nebot criticó lo que considera una injerencia gubernamental: “Les molesta que esta sea una ciudad donde los impuestos no se suban y más bien se bajen. Les molesta que aquí no existan obras paradas porque no tenemos problemas de liquidez ni decimos que por el (alza del) precio del petróleo tenemos que paralizar las obras”.
En Quito, el Metro marcó una aproximación con tensiones entre Presidencia y Municipio. “Más que un acercamiento fue un trabajo coordinado”, insiste Rodas. Pero las cosas quedaron claras: el Gobierno financiará los USD 750 millones que comprometió durante la administración de Augusto Barrera y otorgará las garantías para obtener los créditos para el resto del financiamiento.
Sin embargo, hay propuestas nacidas en el Ejecutivo, como la inversión de USD 5 000 millones de Qatar para la intervención en el parque Bicentenario y potenciar el turismo en el Casco Colonial, con un hotel de lujo en el antiguo Hospital Militar. Pero para el Municipio es prioridad ampliar el Centro de Arte Contemporáneo: “Ese inmueble es del Municipio y es potestad nuestra decidir qué ocurre con ese inmueble”, dice Rodas, quien defiende su autonomía en iniciativas como la modificación de cobro de impuesto predial. Pero existen otras obras como la plaza-huerto de San Agustín, que es impulsada por el Gobierno.
Las ciudades más pequeñas
El triunfo desde listas opositoras no significó necesariamente que se instalará una confrontación política. Financiamiento y respaldo de créditos son prioridades para que los alcaldes satisfagan las necesidades de sus electores.
En Portoviejo y Manta, sus alcaldes, Agustín Casanova y Jorge Zambrano, respecitvamente, ganaron por SUMA y aseguran que trabajan sin dependencia del oficialismo, aunque luego de sus triunfos dijeron quitarse la camiseta de su partido para ponerse la de sus cantones. “Hay que trabajar de la mano del Gobierno; se ha establecido una agenda de temas urgentes”, señaló Casanova, quien tiene el apoyo desde Carondelet para la continuidad de la reconstrucción de la red vial interna. Y en Manta, uno de los proyectos bandera de la revolución ciudadana es la Refinería del Pacífico, para lo cual se ha trabajado en el movimiento de tierras, cimentación, vías de acceso y tendidos de tubería.
Napoleón Cadena llegó a la Alcaldía de Riobamba por la alianza Creo-Renovación. Desde su posesión, el Gobierno central ha tenido una presencia fuerte en la ciudad a través de sus ministerios. La construcción del primer paso elevado para vehículos en el norte de la ciudad y la rehabilitación de la vía circunvalación son dos de las más importantes. “Llegamos al poder comprometidos solo con la ciudad y con sus habitantes. No somos opositores y tenemos en mente proyectos que beneficiarán a todos”, dice.
En Tungurahua, los nueve alcaldes respaldan al Régimen aunque mayormente ganaron desde organizaciones confrontadas. Manuel Caizabanda, alcalde de Pelileo, es de Pachakutik, pero apoya la gestión del Gobierno. “Respetamos los lineamientos de Pachakutik, pero como autoridad debo resolver las necesidades de la población”, explicó. El acercamiento al Régimen le sirvió para recibir un crédito con el Banco del Estado para financiar la construcción del mercado República de Argentina. A esto se sumó la construcción del nuevo hospital y la autovía Totoras-Pelileo.
Las siete alcaldías de Esmeraldas son aliadas del oficialismo y sus discursos continuamente destacan los aportes del Gobierno. El Gobierno ha asumido a través de Ecuador Estratégico el asfaltado, alcantarillado, agua potable y rehabilitación de balnearios.
El escenario cambia un poco en Imbabura. Jomar Cevallos, de Cotacachi, mantiene un distanciamiento con el Régimen por el proyecto minero en Llurimagua, en el Valle de Íntag.