El mercado de Totoras es el sitio de encuentro de los indígenas

polleras Alausí

polleras Alausí

Las polleras bordadas son las prendas más demandas por las indígenas de Alausí. Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO

La tranquilidad y el silencio del páramo de Alausí, en el sur de Chimborazo, se irrumpe cada miércoles desde el amanecer. Una feria indígena atrae a centenares de comerciantes y compradores de 16 comunidades que buscan intercambiar productos agrícolas.

Ellos también buscan prendas originarias, plantas medicinales y una variedad de enseres y víveres para su hogar. El Mercado Totoras está ubicado a 3 200 metros sobre el nivel del mar y allí, cada semana, se da una de las ferias indígenas más populares y concurridas de la Sierra centro.

Por eso los agricultores, ganaderos, comerciantes e incluso los yachaks (sabios), la consideran un punto de encuentro. Para llegar hay que recorrer por una vía asfaltada, que se toma en una intersección de la Panamericana Sur a la altura de la entrada a Charicando. Después hay que recorrer por un estrecho camino de segundo orden que llega hasta la plaza central de la comunidad.

“Sabemos que aquí se hacían trueques desde el tiempo de nuestros ancestros. Es por la ubicación del mercado, facilitaba la llegada de gente del norte y del sur”, afirma Ángel Charicando. Según él, son prácticas de las que no hay mucha información, pero que permanecen en la memoria y por eso continuarán la actividad comercial.

El movimiento se inicia pasadas las 04:30. “Siempre empezamos temprano, nos despertamos antes de que salga el sol porque aquí se aprovecha bien el día. El ritmo es diferente al de las ciudades”, señala Charicando, entre risas.

Las personas que venden comida siempre son las primeras en llegar. Ellos arriban con leña, carbón y cocinas a gas para preparar platos típicos como caldos de gallina, mote con fritada, sopas de vísceras, morcillas…

Pero la golosina más solicitada por los niños que acompañan a sus padres durante la feria es un plato fuera de lo común: patas de pollo asadas al carbón. Para los pequeños, este es el premio más esperado, las patas asadas se disfrutan como si se tratara de un chupete de caramelo.

María Tene vende sombreros decorados con pluma de pavo real.
Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO

Otra sección concurrida en el mercado es donde se comercializan las prendas de vestir originarias para hombres, mujeres y niños. Las polleras coloridas con flores bordadas sobre el dobladillo inferior son los atuendos distintivos de las mujeres de Alausí. Son las que más abundan en las carpas de los vendedores.

Las faldas tienen angostos pliegues y en la parte superior hay cintas que se atan a la cintura. Las indígenas utilizan hasta dos faldas de distintas alturas para protegerse de intenso frío. Estas prendas cuestan entre USD 25 y 40, dependiendo de la calidad de la tela y el detalle del bordado.

En las tiendas de ropa también se ofrecen blusas bordadas de acuerdo con las últimas tendencias. “La moda para nosotros también cambia, solo que nunca se pierde la esencia. Antes las blusas tenían menos detalles bordados y eran más abultadas, ahora llegan algunas con lentejuelas y telas transparentes”, cuenta la comerciante de ropa, María Tene.

Para las indígenas también hay una gran variedad de accesorios como collares, guangos y adornos para el cabello. En la antigüedad se ofertaban washkas (collares), hechos con piedras de coral, pero en la actualidad solo se ofertan collares elaborados con plásticos. También accesorios de la cultura occidental como pestañas postizas, prendedores y apliques para el rostro, que tienen gran demanda entre las más jóvenes.

Los hombres, en cambio, buscan ponchos y zamarros, útiles en las tareas que se hacen en los gélidos páramos.

Los zamarros más solicitados son los que se elaboran con el cuero seco del borrego. Tienen mayor demanda porque son más económicos y abrigados. Otras alternativas son los confeccionados con pieles de alpacas y llamas.

La medicina natural también tiene un espacio en el mercado Totoras, del cantón chimboracense de Alausí. Yachaks como Beatriz Cubi ofrecen plantas recogidas en el páramo que se utilizan en infusiones para curar diversas dolencias. “Esta es nuestra botica natural, los dispensarios médicos y las farmacias están demasiado lejos para acudir por un dolor que se puede curar aquí mismo”, explica Cubi.

Las plantas como el caballo chupa, el arquitecto, hierbaluisa, manzanilla, llantén, valeriana, entre otras, se recetan a las personas con dolores estomacales, cólicos menstruales, infecciones y otras dolencias.

En contexto

El mercado de Totoras, en Alausí, acoge cada miércoles a 200 comerciantes. Esta feria tiene origen ancestral y es un punto de encuentro para agricultores, ganaderos, yachaks y líderes comunitarios. También, se intercambian saberes.

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