El ajo no solo sirve de condimento sino como una medicina eficaz

Redacción Sociedad
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Ni su olor fuerte va en desmedro de todas las propiedades curativas y nutritivas que tiene el ajo. Sus componentes minerales, vegetales, aceites, aminoácidos, azúcares y otros le convierten en un antibiótico   natural.     

Esta  planta perenne de la familia de la cebolla se cultiva desde la prehistoria. En el antiguo Egipto los esclavos que construían las pirámides lo consumían en grandes cantidades para fortificarse.  Durante la Primera Guerra Mundial, cuando no se disponía de antisépticos, el ajo se utilizaba externamente para desinfectar las heridas.

Hoy se mantiene no solo como condimento para realzar el sabor de las comidas sino como medicina natural. Alivia enfermedades gastrointestinales infecciosas, colitis y  bronquitis. 

Este antibiótico actúa  contra las infecciones. Según la revista internacional Discovery Salud, es 50 veces más potente que el alcohol de 90 grados.

Además, eleva las defensas, ayuda a la circulación de la sangre porque absorbe las grasas, equilibra la presión arterial, es desintoxicante y desparasitante.

Un estudio del Instituto de Investigación Farmacológica Mario Negri, de Italia, publicado en 2006, dijo que quienes consumen ajo en grandes cantidades, tienen menos riesgo de padecer cáncer de colon, ovario y laringe. Otro estudio  realizado en 2009 por la investigadora Luzmila Troncoso,  de la  Universidad Nacional Mayor de San Marcos, concluyó que tanto el perejil como el ajo tienen una mayor capacidad antioxidante que los suplementos de vitaminas A, E y C.

Los antioxidantes previenen enfermedades crónicas no transmisibles como la artritis. El tratamiento indicado  es comer un diente de ajo en la mañana en ayunas y uno en la noche después de la cena,  aconseja la naturista Mercedes Ramos. Si se quiere aumentar la dosis se debe consultar con el especialista.

A pesar de sus grandes propiedades el ajo está contraindicado en personas con problemas inflamatorios estomacales y renales, en gastritis o colitis. Ramos explica que este vegetal  irrita la lesión y causa dolor.

En estos casos no se debe comer el ajo solo sino acompañado con otros alimentos.
Esto, además ayudará a bajar el olor del ajo.  Así se evitará que cuando la persona transpire  no  expulse mal  olor en el sudor.
 
La forma más común de consumir el ajo está en los aliños (preparado de hierbas,  vegetales y condimentos), en infusiones y tabletas. Se usa para realzar el sabor de las comidas, guisados y carnes. Tal es su buena reputación, que esta hortaliza se ha industrializado.

En los diferentes supermercados de Quito se encuentra el ajo procesado. Está envasado en botellas y fundas desde 0,70 centavos  los 250 gramos.

Pero su utilización como aliño en la preparación de platos no es imprescindible. La nutricionista Verónica Chávez explica que los alimentos conservan sus nutrientes  y sabor con o sin aliños.
  
Marcas como Gustadina, Ile y Snob promocionan estos productos en su página de Internet, destacando la naturalidad del producto.
 
La gastroenteróloga Lucrecia Capelo no comparte este criterio. Ella advierte que el consumo permanente de estos productos irrita el estómago, lo cual predispone a infecciones intestinales, que pueden desencadenar enfermedades como la  gastritis. 

Verónica Chávez explica que lesionan al estómago por los preservantes y conservantes que contienen, como el ácido cítrico o benzoato de sodio. 
Piedad López, de 45 años y ama de casa que vive en Machachi, cuenta que hace dos meses su médico le prohibió el uso de aliños procesados. Le permitió lo natural: el ajo y la cebolla, pero en pequeñas cantidades. 

Ella sufre de gastritis y la comida condimentada agudizaba la enfermedad. En su lugar, están indicados los aliños que provengan de verduras y vegetales. Entre ellos la  cebolla, pimiento, culantro, perejil y apio. Según Chávez, el uso de cinco a 10 gramos al día (una cucharadita) en la olla, no en cada plato, estimula la absorción de grasas y previene las infecciones intestinales.
Para acompañar al ajo son preferibles las especias naturales como el orégano. Pero no mezclar laurel con tomillo, romero con albahaca; hay que usarlos uno a la vez, porque la comida se  recarga. Esto puede producir molestias estomacales como acidez y flatulencias.

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