Las aguas termales del país deben tener un análisis periódico

La piscina de aguas termales La Virgen, en el cantón Baños de Agua Santa, es una de las más concurridas por los vacacionistas, en estos días. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

La piscina de aguas termales La Virgen, en el cantón Baños de Agua Santa, es una de las más concurridas por los vacacionistas, en estos días. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

La piscina de aguas termales La Virgen, en el cantón Baños de Agua Santa, es una de las más concurridas por los vacacionistas, en estos días. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

Hoy, 13 de febrero del 2015, se cumplen 25 días desde que seis personas fallecieron en la fuente termal de Tangalí (Otavalo, Imbabura). Sin embargo, aún no se conoce el tipo de gases que habría provocado este percance.

Según Andrés Jaramillo, fiscal de Imbabura, se espera los resultados de los análisis que se realizan en Guayaquil.

Mientras que Karen Terán, directora de Gestión Ambiental del Municipio de Otavalo, señala que se enviaron muestras del agua a Italia, para determinar su composición.

Aunque adelantó que Tangalí tendría una alta concentración de CO2 o dióxido de carbono.

Ese gas, junto al CO (monóxido de carbono) y H2S (ácido sulfhídrico), son los más comunes en las aguas termales del Ecuador. Así explica el ingeniero Eduardo Aguilera, consultor geotérmico.

Los tres son tóxicos. Sin embargo, solo el último tiene un olor desagradable, similar a un huevo podrido. Mientras que los dos primeros son inodoros y causan una sensación de sueño, que puede ser letal en las personas, detalla el experto.

También, comenta que la mayoría de aguas termales del país tiene origen volcánico y posee gases disueltos.“Estos ascienden en el agua, pero cuando llegan a la superficie se liberan porque no hay presión que los mantenga confinados”, indica Aguilera.

Es por ello que recomienda que las fuentes termales nunca se instalen en recintos cerrados.

En Tangalí, el agua aflora en una especie de pozo. En su interior fueron encontrados las cuatro mujeres y dos hombres, que fallecieron el mes anterior.

Como medida de precaución, el Cabildo de Otavalo construye un cerramiento, para impedir el ingreso a la vertiente y evitar nuevos accidentes.

Los vecinos de Tangalí comentan que en las noches emana de la vertiente un vapor que produce desmayos.

Para Patricia Mothes, vulcanóloga del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, en este lugar no hay un volcán cercano. Es por ello, que considera que puede tratarse de una falla geológica. Estas, en ocasiones, transportan CO2 hacia la superficie.

Los técnicos visitaron el lugar, para realizar estudios luego de la tragedia. Ahí detectaron que hay un olor desagradable y abandonaron el sitio.

Según Mothes, las muestras recolectadas se enviaron al exterior para su estudio.

De acuerdo con los registros de la Secretaría del Agua, Tangalí está considerada una fuente ceremonial, por lo que su uso no está autorizado.

Pero esta fuente de agua termal no es el único lugar en donde hay problemas. El Complejo Aguas Hediondas, ubicado en Tulcán, provincia del Carchi, también cerró sus puertas.

Esa fue la decisión de la Prefectura, que administra este centro, por el aumento de la temperatura del agua.

El fenómeno estaría relacionado con el incremento de la actividad volcánica, en el complejo Chiles-Cerro Negro.

Según Hólger Fuertes, director de Recursos Hídricos de la Prefectura, se contrató una consultoría para analizar los cambios físicos y químicos que sufrió el líquido.

Aguilera considera que debe hacerse un estudio periódico de las características de las fuentes de agua termal, especialmente de las que tienen mayor demanda de visitantes.

En el caso de Baños de Agua Santa (Tungurahua), por ejemplo, el control y las mediciones en las piscinas de El Salado, La Virgen, Las Peñas y Santa Clara son constantes, especialmente por la reactivación del volcán.

A los cuatro balnearios asisten 2 000 personas al día y en los feriados 5 000. De la vigilancia están encargados los técnicos del Geofísico.

Un informe de los especialistas detalla que la presencia de CO2 en estas fuentes es mínima, por lo que no es un riesgo para los bañistas. Silvana Hidalgo, especialista y responsable de los estudios, explica que el área de captación de las aguas termales está alejada. Por eso la concentración de gases es imperceptible.

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