Agassi demolió su mito de héroe

Redacción Deportes
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Los  libros de los ex deportistas no suelen ser muy impactantes. Lo normal es que los lectores reciban una colección de testimonios de los esforzados   actos  que el protagonista de turno realizó para convertirse en una estrella. Son, ante todo,  historias de superación. 
  

Andre Kirk Agassi  nació en  1970 en Las Vegas.  Su padre, Emmanuel Agassian, era un boxeador olímpico de origen armenio que representó a Irán y que, al emigrar a EE.UU., cambió su apellido.  
 Su carrera, que abarca los períodos de 1986 a 2006, se resumen en 870 victorias, 274 derrotas, 60 títulos, ocho títulos de Grand Slam, un título de dobles y el oro olímpico de 1996. Fue el número uno en 1995.
Entre los títulos de Grand Slam  ganó cuatro en Australia (1995, 2000, 2001, 2003), dos en EE.UU. (1994 y 1999), uno en Francia (1999) y uno en Inglaterra (1992). Perdió otras siete finales. 
Su controversial libro se titula ‘Open’, es coescrito por J. R. Moehringer, tiene 400 páginas, la editorial es Knopf y ocupó el primer puesto en ventas en  Amazon. La versión rústica cuesta USD 15,92.Andre Agassi, uno de los tenistas más ganadores y admirados de Estados Unidos, ha hecho lo contrario: su libro es una despiadada máquina de demolición de su propia imagen.

En su libro, titulado ‘Open’ y que salió a la venta en Estados Unidos el pasado lunes, Agassi cuenta sus secretos más íntimos y proclama que su vida había sido una enorme mentira.

Del  héroe rebelde y contestatario  que ganó 60 títulos,  juntó USD 31 millones en premios y protagonizó una de las resurrecciones deportivas más emocionantes de la historia apenas queda un vago recuerdo.
 
Unos avances del texto  (cuyo coautor es el periodista neoyorquino J.R. Moehringer, ganador del premio Pulitzer en 2000 y que tardó tres años en dar forma de libro a sus largas charlas con Agassi) ya habían circulado hace 15 días  y generado gran impacto.

Sin duda que la confesión de dopaje con metanfetamina, una droga sintética que provoca euforia y que consumió en 1997, fue lo más duro de conocer  de un tenista que  era considerado  honesto. Agassi no solo que se dopó sino que mintió para evadir un control y salir impune.
 
Pero otros detalles de su vida no se quedan atrás y oscurecen una carrera que comenzó profesionalmente en 1986 y que duró hasta 2006. Uno es el hecho de que jugaba con peluca debido a la obsesión que tenía con la imagen personal. Dijo que jugó la final del Roland Garros de 1990 con más temor de que se le cayera la peluca que de perder ante el ecuatoriano Andrés Gómez, quien ganó el cotejo.

Agassi no se contuvo en sus opiniones sobre sus familiares y antiguos rivales. Acusó a su padre de obligarlo a doparse , cuando era niño, con medicinas con cafeína. Luego, pasó a la marihuana y al alcohol, aunque Agassi dice que no lo hizo para sacar ventaja sino para combatir la depresión, la cual lo acompañó toda su carrera.  En realidad, odiaba el mundo del tenis.

Sí, el gran Agassi que se casó con la actriz  Brooke Shields y que tenía acceso a las más fastuosas reuniones del jet-set mundial estaba deprimido porque no podía manejar su lema personal: la imagen lo es todo.

El ex astro  también reveló sus verdaderas opiniones sobre Pete Sampras, considerado el mejor tenista de la historia, calificado por Agassi como “soso” y “robótico”. A Boris Becker le dijo que es un “maldito alemán”. De Michael Chang dijo que le daba “asco”, sobre todo por su fe en Dios.
 
Las reacciones por el libro de Agassi han sido intensas. El número dos del mundo, Rafael Nadal, dijo que las trampas en el tenis deben ser castigadas; Sergi Bruguera, quien perdió la final Olímpica de 1996 en Atlanta frente a Agassi, dijo que debería perder su medalla de oro. El ex campeón de los Abiertos de Estados Unidos y Australia Marat Safin, sostuvo que

Agassi debería regresar cualquier dinero y títulos contaminados.

En cambio, Andy Roddick y Andy Murray se mostraron solidarios. “Sigue siendo mi ídolo”, dijo Roddick.

La Agencia Mundial Antidopaje estudia presentar cargos contra Agassi, quien se defiende al decir que con su libro  no hirió al tenis sino a sí mismo. “Entiendo que este relato contradice las percepciones que se tenían de mi persona, este es el verdadero yo. Y yo creo en esa autenticidad”, dijo Agassi.
 
El público decidirá si acepta a este nuevo Agassi, dolorosamente honesto, y deja de lado al héroe que un día fue el ejemplo de los niños.

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