El centro de abastos de la Ciudadela Ibarra es el segundo mercado habilitado este fin de semana. Los otros centros cerraron sus puertas. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
En la puerta 6 del mercado de Conocoto (uno de los dos centros de abasto que están abiertos en Quito hoy sábado 25 de abril del 2020) hay dos hombres que controlan el ingreso de las personas: un policía metropolitano y un funcionario municipal. El primero toma la temperatura con un termómetro tipo pistola que apunta directo a la frente y el segundo lanza chorritos de alcohol en las piernas y brazos.
Junto a ellos, en el piso, hay una bandeja blanca, que antes de la emergencia sanitaria servía para colocar algún alimento, pero hoy está llena de un químico que baña los zapatos de todas las personas que entran al lugar.
A pesar de que las autoridades han pedido que la compra de alimentos no la hagan personas vulnerables, esta mañana varias personas de la tercera edad y una mujer embarazada acudieron hasta este mercado que tiene abiertas sus puertas de 07:00 a 12:00.
Julio César Machado, administrador del lugar, cuenta que en promedio en este espacio trabajan 40 personas, de las 150 que lo hacían antes de la cuarentena.
El centro de abastos de la Ciudadela Ibarra es el segundo mercado habilitado este fin de semana. Los otros centros cerraron sus puertas. Allí, no se estaba tomando la temperatura a los clientes, pero se ponía alcohol en las manos y se desinfectaba el calzado de los visitantes.
La poca afluencia de personas que se pudo ver en estos dos centros de comercio, contrasta con la gente que hace fila para comprar en las tiendas y micromercados, incluso en otros negocios que no tienen autorizada su atención.
En un recorrido que realizó este Diario pudo constatar que la afluencia de personas es mayor en las ferias callejeras. Hay varias en el sur de la ciudad, donde la gente no mantiene la distancia de dos metros y no usa mascarillas. Entre los productos más comercializados en las calles están las frutas de temporada y lácteos entre ellos huevos y queso.
EL COMERCIO
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