Redacción Socieda
Las sillas de consulta externa del Hospital Carlos Andrade Marín lucen vacías. Este servicio dejó de estar repletó desde el 6 de abril, cuando entró en vigencia el ‘call center’ para tomar los turnos médicos. Ahora, al lugar solo llegan los asegurados que retiran medicamentos. Igual sucede en el dispensario de Chimbacalle, en el sur de Quito.
El director de este último centro, Marco Torres, señala que los pacientes que a diario arriban a este servicio “paulatinamente se acostumbran al nuevo sistema”.
Manuel Sevilla es un afiliado de 64 años que vive en Guamaní, en el sur de Quito. Él siempre ha acudido a este dispensario. Para tomar un turno madrugaba a las 03:00 ó 04:00. Hace dos años, tres delincuentes que pasaron por la puerta principal del subcentro le quitaron USD 10 que llevaba en el bolsillo y el reloj adquirido en ese entonces. “Ahora todo ha cambiado. Solo llamo por teléfono y consigo el turno”.
No todos piensan así. A Santiago Altamirano, jubilado de 55 años, no le resultó fácil llamar al 111, pues le respondieron después de intentar durante un día.
El presidente del Consejo Directivo del IESS, Ramiro González, reconoce que “el ‘call center’ no es una cosa que funcione de la noche a la mañana”. A la fecha, el sistema telefónico está instalado en los principales hospitales que el Seguro maneja en Quito, Guayaquil y Cuenca. Además, en todos los dispensarios de la capital.
Para atender a todas las casas asistenciales, 150 teleoperadores atienden desde Quito en las oficinas del Consejo Nacional de Telecomunicaciones.
Pero técnicos del instituto reconocen que ahora el problema no es la cantidad de personas que reciben llamadas, sino el número de médicos para atender.
Por ejemplo, a Víctor Guerrero le dieron un turno para endocrinología y cuando llegó al consultorio le dijeron que no tenía cita.
En cambio, César Arias necesitaba un dermatólogo, pero le dijeron que los médicos están con la agenda ocupada y que debe esperar “unos días”. “Aquí quieren que estemos muriendo para atender”, se quejó Arias.
En el dispensario Central, en Quito, también hay problemas.
María Rosalba Chicaiza cuenta que lleva un mes y medio y que no le dan cita para el dermatólogo. “Dicen que ya están ocupados o que se fueron de vacaciones”.
A Elsa Rodríguez sí le dieron turno para otorrinolaringología, pero para después de 15 días. “Creo que es demasiado tiempo esperando. Debería ser más ágil todo”. Martha Ortiz, en cambio, dice que sí le ayudaron y que “el sistema funciona bastante bien”.