Afectados de Tosagua llegaron a Quito para llevar donaciones a su provincia

En la foto, Miguel Ponce y a su papá que llegaron de Tosagua, al noroeste de la provincia de Manabí, para pedir donaciones en el parque Bicentenario. Foto: Isabel Alarcón / EL COMERCIO

En la foto, Miguel Ponce y a su papá que llegaron de Tosagua, al noroeste de la provincia de Manabí, para pedir donaciones en el parque Bicentenario. Foto: Isabel Alarcón / EL COMERCIO

En la foto, Miguel Ponce y a su papá que llegaron de Tosagua, al noroeste de la provincia de Manabí, para pedir donaciones en el parque Bicentenario. Foto: Isabel Alarcón / EL COMERCIO

La noticia de que en Quito se está recolectando donaciones para los afectados por el terremoto motivó a Miguel Ponce y a su papá a viajar este viernes 29 de abril del 2016, desde Tosagua hasta la capital.

La semana pasada llamó a su tío Luis Ponce, que vive en Quito y le contó que en su localidad tenían problemas para recibir las donaciones. Luis había escuchado que se estaban haciendo campañas en la capital para recolectar productos. Recuerda que le dijo a su sobrino "véngase que la gente de Quito es muy caritativa".

Las donaciones llegan a puntos específicos y para las personas que viven en sus carpas en zonas que están alejadas de la vía principal es difícil obtener los productos, dice Ponce. En otros casos los donativos no alcanzan porque en una casa viven varias familias.

Con la esperanza de encontrar alguna ayuda, Miguel decidió montarse en su camioneta y empezar el viaje de nueve horas. Antes de partir, todos sus vecinos hicieron una colecta para contribuir con la gasolina y los gastos del viaje. Toda la ilusión de la comunidad estaba depositada en ellos.

Miguel y su padre todavía siguen sorprendidos ante la ayuda que recibieron. Al llegar a Quito acudieron al centro de acopio del Bicentenario. Allí hablaron con las personas encargadas y les explicaron su situación.

Con recelo pidieron si les podían donar un colchón y agua porque en su casa habitan dos familias más que perdieron su vivienda y se están quedando en la de ellos, que "está partida pero es habitable".

La admiración fue grande cuando vieron la cantidad de donaciones que les entregaron. "No trajimos un auto más grande porque no pensamos que iba a ser tanta la ayuda", contaba Miguel mientras trataba de que todo quepa en su camioneta. Admite que pese a la necesidad le daba "vergüenza aceptar tanta ayuda".

La parte trasera se llenó de colchones, cobijas, artículos de aseo y víveres. Junto con su padre viajará hoy, sábado 30 de abril, de nuevo hacia la Costa. Su tío los acompañará hasta Santo Domingo para ayudarles a conducir.

Con una sonrisa en su rostro, cree que ha cumplido la misión que se propuso. Su esperanza es volver para continuar llevando donativos a las zonas más alejadas.

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