El aeropuerto fantasma español de Castellón vuelve a la vida

El aeropuerto español de Castellón, en el este de España, símbolo de la burbuja inmobiliaria y en el que ningún avión aterrizó durante cuatro años, recibirá vuelos comerciales este año, algo que no sucede aún con otros aeródromos infrautilizados.

La compañía aérea irlandesa Ryanair anunció este miércoles que volará desde este aeropuerto, situado a una decena de kilómetros de la costa mediterránea, a Bristol, en el suroeste de Inglaterra, y al aeropuerto de Londres Stansted desde el próximo mes de septiembre.

Espera transportar hasta 18 000 pasajeros en 2015 y 61 000 en un año completo.

Pero se necesitará más para llenar Castellón, que se construyó para acoger a dos millones de personas por año. Las autoridades habían decidido su construcción antes del estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 y sus promotores justificaron entonces su construcción por la necesidad de comunicar un gigantesco conjunto de ocio, que nunca vio la luz.

En cambio, está situado a sólo una hora del aeropuerto de Valencia, que acogió 4,6 millones de pasajeros en 2014 y no está al máximo de sus capacidades.

Castellón habrá costado en total la bagatela de casi USD 160 millones, según los cálculos de la prensa española.

Entre su inauguración a bombo y platillo en marzo de 2011 y finales de 2014, no pudo recibir aviones por no contar con las autorizaciones necesarias.

Entretanto, la gestión del aeropuerto pasó a manos del grupo canadiense SNC-Lavalin, que ganó en mayo de 2014 una concesión por 20 años. Está en negociaciones “con otros actores del turismo, touroperadores o compañías aéreas” para que vengan y aumenten el tráfico, dijo a la AFP un portavoz.

En diciembre de 2014 obtuvo los permisos necesarios para el tráfico aéreo y recibió desde entonces un puñado de vuelos privados, así como de los clubes de fútbol de Primera División del Villarreal y del FC Barcelona.

“Estas dos líneas directas marcan una etapa mayor en el desarrollo del aeropuerto de Castellón, y también para todo el turismo en la región de Valencia”, asegura el gestor canadiense en un comunicado.

263 pasajeros en 2014 

Castellón no es un caso aislado en un país que se vio inmerso en un frenesí constructor en la última década y se dotó de una de las redes de transporte más importantes de Europa.

Otros aeropuertos nunca recibieron aviones o sólo un puñado de vuelos, como el de Ciudad Real, a 200 kilómetros al sur de Madrid, cuya construcción costó aproximadamente USD 1 100 millones. Ha sido puesto a la venta en varias ocasiones por menos de 110 millones, pero sigue sin encontrar comprador.

Por el de Huesca, en los Pirineos, sólo pasaron 263 pasajeros en 2014. Fue construido a marchas forzadas en 2007 y desde hace varios años, la única actividad que registra es la relacionada con... su mantenimiento.

Concebido para la temporada de esquí, la infraestructura de este aeropuerto, que costó 40 millones de euros, sufrió en sus carnes las quiebras de la compañía aérea local Pyrenair y de la escuela de pilotos china Top Fly. Y aquí, de nuevo, se trata de un aeródromo que se sitúa a menos de 100 kilómetros de otro aeropuerto, el de Zaragoza.

Sin ir hasta ese extremo, una quincena de aeropuertos pertenecientes al gestor español AENA, de un total de 46, tienen un tráfico anual inferior a los 100 000 pasajeros y no son rentables.

El grupo espera que la situación cambie con la reactivación económica de 2014, tras cinco años de recesión y de estancamiento y un número récord de 65 millones de turistas extranjeros. Los inversores creen en sus posibilidades y acudieron en masa a la introducción en bolsa del 49% de su capital en febrero.

Suplementos digitales