En el centro Mi Amigo Divino, localizado en Capelo, los adultos mayores empiezan sus actividades a partir de las 08:00. Foto: Julio Estrella/EL COMERCIO
Los valles de Los Chillos y Tumbaco se mantienen como sectores atractivos para levantar centros especializados en atención y cuidado de personas. Hay dos factores: el clima y la tranquilidad de la zona.
En un recorrido realizado por este Diario se contabilizaron 19 centros de ayuda y cuidado, en especial, de adultos mayores. Estos se han abierto en los últimos tres años. A estos se suman otros 21 centros (10 en Los Chillos y 11 en Tumbaco) registrados en el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), antes del 2012. Es decir que en los dos valles suman 40 sitios.
Los sectores en los que se registra esta realidad son Capelo (cantón Rumiñahui), Playa Chica (Alangasí), centro de Conocoto y La Armenia (Conocoto), y en el valle de Tumbaco están de Tumbaco y Cumbayá, entre otros.
Estos lugares han cambiado la dinámica de las zonas cercanas, en especial en el comercio. En las mañanas, el movimiento en Capelo es ágil. Las personas que trabajan en los centros salen a comprar alimentos para el desayuno. El pan y la leche son los productos más comprados.
Marisol Cuñas, quien trabaja en una panadería, aseguró que los trabajadores vienen a comprar unas 50 unidades de pan. Lo hacen desde las 07:00 hasta las 09:00. En la tarde, de 16:00 a 18:00. “Hay días que, también, compran ‘snacks’ y otros”.
Mientras que en el interior de centros como Mi Amigo Divino, la dinámica empieza a las 08:00. Los adultos mayores realizan sus actividades en los diferentes espacios de este hogar de reposo que abrió sus puertas hace casi tres años.
Debido a la demanda, en estos años, se levantaron dos más en el sector. Luego vinieron otros en: Mirasierra y Playa Chica. En total son cinco que brindan servicios como: hospedaje y guardería.
Antonio Loya, encargado, dijo que se escogió Los Chillos por el clima cálido y porque son residenciales, tranquilas y lejanas del trajín de la urbe.
Actualmente, se acoge a 70 personas distribuidas en las cinco casas de reposo. Y 10 adultos mayores que utilizan el asilo como guardería. Es decir, se los recoge en sus casas a las 08:00 y regresan a las 17:00.
La mayoría de los asilados viene desde Quito. De los 80 adultos mayores, el 60 por ciento (48) es de Quito.
Pero uno de los aspectos negativos son los asilos que no están registrados. Para Loya, esta problemática se da porque los requisitos para mantener estos centros abiertos son “minuciosos”. Y con razón, aseguró, ya que se trata del cuidado de personas en condición de vulnerabilidad. Relató que en el valle hay casas que incluso prestan sus servicios sin letreros; lo que hace más difícil ubicarlos.
Según datos proporcionados por la Dirección Provincial de Salud de Pichincha, cuentan con permiso de funcionamiento cinco establecimientos registrados en su base de datos: uno en Sangolquí y otro en Alangasí y tres en Conocoto.
Otro de los centros es Años Dorados. Hay dos locales: uno en Capelo y otro en Santa Rosa. En los dos centros hay 32 adultos mayores. De ellos 25 son de Quito. Para Eliana Crespo, propietaria, los adultos mayores y sus familiares escogen estos inmuebles por la tranquilidad de la zona, la calidez de los moradores y el buen clima.
“Aquí los ‘abuelitos’ se enferman menos porque el ambiente les ayuda a su salud”.
En Tumbaco, la situación se replica. Hay dos centros en Cumbayá, dos en Tumbaco y uno en Puembo.
Rita Hernández, quien tiene a su madre asilada en el centro de adultos mayores La Esperanza, en el barrio del mismo nombre, aseguró que tenía dos posibilidades: ponerla en un asilo del sur o en Tumbaco. Escogió la segunda opción porque es un lugar alejado de la urbe, con menor ruido y menos estrés.
Las entidades más antiguas
En Los Chillos también hay centros especializados en cuidado y ayuda. Estos están más tiempo en la zona. La Fundación General Ecuatoriana (Salcoto) se encarga de la inclusión educativa y sociolaboral de las personas con discapacidad.
Y el centro San Juan de Dios (Playa Chica) acoge a 90 personas con problemas psiquiátricos. Diego Vizuete tiene a su padre de 66 años internado en este centro. Dijo que apostaron por este sitio porque el lugar es ideal para el descanso de su papá, a quien le detectaron alzhéimer. “Le sentó bien estar aquí”. El clima es también otro ‘plus’ para haber escogido el lugar.