Con Adam Namm, la diplomacia suena a blues

Adam Namm junto a Gustavo Cascante, hacen la prueba de sonido en el Teatro Sucre. Foto: EL COMERCIO

Adam Namm junto a Gustavo Cascante, hacen la prueba de sonido en el Teatro Sucre. Foto: EL COMERCIO

Los miembros de la banda ecuatoriana Samay Blues vivieron una experiencia inusual: sentirse estrellas de rock. Hicieron un recorrido por cinco ciudades del país –algo que no habían conocido en sus 17 años de vida- acompañados de medidas de seguridad insospechadas para una agrupación ecuatoriana: hombres fornidos, siempre serios, con dispositivos diminutos que los asemejan a Dick Tracy, no los dejaron sueltos durante los días que duró la gira denominada ‘Blues 2014’.

La explicación no es difícil de encontrar y tampoco es una novedad. Desde hace dos años, el pianista de Samay Blues es el embajador de Estados Unidos, Adam Namm. Y para él, como todo embajador estadounidense, verse custodiado por todo un equipo y viajar en un auto blindado es parte de su cotidianidad. Pero lo que Namm no sabe es en qué condiciones preferiría vivir esa circunstancia, si como embajador o ‘rock star’. Por el momento, solo le queda su realidad: una vida junto al teclado desde que aprendió a tocarlo a los cinco años y a los asuntos específicos de una misión diplomática.

Y tiene una ventaja: no padece de ‘la vuelta del músico’: “la seguridad me ayuda mucho cargando el equipo. Son buena gente”, se ríe Namm.

Su presentación en el Teatro Sucre resultaba irónica. Namm sabe que se trata de un escenario que es –debiera ser- el escenario de la consagración de un artista. Fascinado con su estructura, su diseño y su antigüedad, en principio no quiso que el concierto se organizara allí, sino en la Plaza del Teatro, al aire libre. Un temor los movió hacia el interior del teatro construido por el presidente Ignacio de Veintemilla en 1886: la lluvia. Pero durante la prueba de sonido, el cuerpo diplomático se dio cuenta que fue una feliz decisión la que tomaron.

Una hora y media antes del concierto, a las 18:00, comenzaban los actos conmemorativos por el cuarto aniversario del 30 de septiembre. A las 19:00 de ese día, los agentes metropolitanos de tránsito decidieron impedir el ingreso de cualquier vehículo por la avenida 10 de Agosto, como si fuera un bus lleno como lata de sardinas y uno de los ocupantes gritara desde algún lugar del interior: “¡ya no hay donde!”.

-Mejor tome por otro camino. La 10 de Agosto está llena a lo bestia –dijo un agente cuya motocicleta cerraba el paso por la avenida Tarqui.

Llegar al Sucre a las 15:00, hora de la prueba de sonido, ya se había convertido en un problema. Las pancartas verde flex ocupaban gran parte de la plaza y se veía a multitudes caminar hacia la plaza San Francisco. “No lo pensamos. No se nos cruzó por la cabeza”, dice Namm. Tenía dudas de que se llenara el teatro. Sus compañeros de embajada incluso decían, medio en broma y medio en serio, que necesitaban “400 personas, solo 400 personas” para llenar la platea. Y se llenó.

La preocupación por la respuesta de la gente en Quito fue algo que no les ocurrió en Loja, el primer destino de su gira y que se convirtió en el punto de referencia de las demás presentaciones en Cuenca, Guayaquil, Quito y Riobamba.

De viajar en una van con todas las comodidades -menos el Embajador, quien no tiene pretexto alguno para hacerlo en otro que no sea el que le está destinado- el teatro Alfredo Mora Reyes de esa ciudad no dio abasto. “Nos pedían autógrafos y nos rodeaban, algo que no es común que ocurra”, cuenta Gustavo Cascante guitarrista y vocalista de Samay Blues.

Los conciertos fueron un recorrido por la historia del blues: 14 temas que iban desde el primer tema registrado del género, Cross Road Blues, de Robert Johnson, pasando por BB KIng, Muddy Waters, hasta el rock de ZZ Top, The Beatles, Rolling Stones y The Doors.

Este recorrido es uno de los legados de Namm en esta misión diplomática que terminará el próximo año. No es el único Embajador que ha hecho algo parecido. El embajador de EE.UU. en Paraguay, James Cason, en el 2008, grabó un disco de música folclórica guaraní, aunque fue criticado por el senador Domingo Laino al decir que “canta horribe” y ofende las tradiciones paraguayas.

Namm sí ha interptertado temas ecuatorianos, como El aguacate. “Un embajador viaja también con sus pasiones”, dice. Y sobre todo si se puede compartir la cultura de su país, entre ellos el blues que nació en las riberas del Mississipi.

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