Abuso municipal

Napoleón Vargas Palacios

El art. 66 de la Constitución garantiza a los ecuatorianos, entre otros, el derecho al trabajo, a la integridad personal/psíquica, el derecho a la propiedad en todas sus formas, a una vida libre de violencia en el ámbito público y privado, etc.

El miércoles 17 pude ser testigo del exceso de algunos policías municipales cuando, en menos de 30 segundos, despojaron con violencia de su bicicleta -con armazón y sombrilla adecuados a ella-  a un vendedor que se había ubicado en las calles Versalles y América, la subieron en una camioneta del Municipio para, a toda prisa y cual delincuentes, emprender  huida, no sin antes desparramar parte de la fruta en venta. 

Fue irritante ver la expresión de satisfacción en los rostros de los municipales, pero más molesto y conmovedor fue mirar el estado en que quedó el vendedor, arrostrando tristemente el daño  -incluido el psicológico-  del que fue objeto. Infortunadamente la acción fue tan apresurada que, desde mi auto, no alcancé a mirar la identificación  en el vehículo municipal. 

No sé  con exactitud si los gendarmes actuaron bajo el amparo de alguna disposición municipal, que ya estaría violentando la Constitución. Estoy claro que las leyes han sido hechas para cumplirse. Pero por encima de las leyes está el respeto a la dignidad humana.

¿Será que el aludido vendedor desperdició alguna oferta de trabajo para optar por la venta ambulante? Como ser humano, he sentido vergüenza de haber sido testigo de una acción tan ruin.  

Con todo y mis defectos, aprovecho la ocasión para recurrir a una sentencia atribuida a Fernán Caballero, que aspiro llegue a los involucrados  y que reza así: “Sé  justo antes de ser generoso; sé humano antes de ser justo.”

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