Mario Faustos/ EL COMERCIO.
El expresidente de la República Abdalá Bucaram Ortiz se dio su primer baño de masas desde su retorno al país el jueves, y luego de exiliarse 20 años en Panamá, en un concurrido mitin en el Suburbio Oeste de Guayaquil la tarde y noche de este sábado 17 de junio.
Llegó a la tarima caminando a empujones entre la gente, sudando a chorros entre decenas de banderas, respirando por la boca y saludando con el brazo en medio de simpatizantes que llenaron tres cuadras de la Pancho Segura.
“Llego sin ningún rencor a extenderle la mano a mis enemigos políticos -dijo mientras se quitaba la correa-, pero también vengo con el látigo en la mano para los que han saqueado el petróleo”.
El exmandatario subió sobre las 17:35 a una tarima desde la que saludaron en los momentos previos el expresidente Lucio Gutiérrez -invitado al recibimiento-, líderes de la ‘vieja guardia’ del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) y las nuevas caras de Fuerza Ecuador (Fe). La misma tarima desde donde su hermana Elsa lo exaltó ronca como “redentor del pueblo” y en donde el grupo uruguayo Los Iracundos tocó temas como Fábula y Puerto Montt, recordando las campañas de los años 90 en que acompañaron a “el loco que ama”.
“Vengo a extenderle la mano al presidente (Lenin) Moreno, es un hombre decente”, agregó en un discurso de unos 40 minutos en el que pedía le fueran marcando los temas de su intervención. “Y vengo a extenderle la mano a algunos enemigos políticos aunque se me lleven las huellas dactilares”, agregó, para contradecirse enseguida. Dijo que viene también a jugar el segundo tiempo de un partido entre el pueblo y la oligarquía.
Había comenzado ofreciendo disculpas por la falta de espacio en la tarima y porque no escuchaba el retorno. “Todo esto está mal hecho”. Preguntó qué político “mete kilómetro y medio de pueblo” en la calle. “A mí me maltrataron como al pueblo con odio, traición y desdén”, dijo.
Sobre las 17:00 el helicóptero en el que arribo al cercano complejo del Cisne II había sobrevolado dos veces la zona de la tarima ubicada en la 28 y Pancho Segura, con decenad de calles enarboladas con banderas rojas y amarillas. “Ante mi esposa y mis hijos puedo jurarles que lo que han hecho conmigo es una infamia”, dijo al borde de las lágrimas. “Nosotros somos gente decente”.
Al final cantó La lluvia caerá y el Rock de la cárcel junto a Los Iracundos. Y aplicó su clásica forma de cerrar sus discursos. “Y vengo a decirle a la oligarquía. ¡Y ahora, y ahora, y ahora!”, gritando casi hasta desarmarse, para regocijo del público.