Redacción Manabí
La bendita agua no cae del cielo. Las palabras de Juan Francisco Zambrano son agudas y a ratos se entrecortan. A lomo de burro se desplaza por los áridos campos del valle del Guarango, en el cantón Rocafuerte.
En los últimos días esa es su rutina. No regresa a su finca hasta llenar con agua los tres pomos plásticos. La tarea es cada día más difícil. “Parece que la tierra se chupó toda el agua. Es dramático”.
En La Papaya, sus 6 000 habitantes también sufren por la falta del líquido. Es una realidad de todos los años, durante el verano. Por esa razón, algunos han optado por construir, desde hace 10 años, cisternas en el filo de la vía que conduce a Tosagua.
Jacinto Mendoza es uno de ellos. Destinó USD 2 500 para sembrar melón en sus dos hectáreas de terreno. Las reservas de su cisterna se acabaron y ahora se abastece a través de tanqueros.
El líquido lo llevan desde el sitio El Ceibal. Allí, hay una captación del río Portoviejo, una de las pocas que aún tiene agua. Es parte del caudal ecológico que llega desde la represa Poza Honda, ubicada en el cantón Santa Ana.
Por cada metro cúbico de agua, Mendoza paga USD 40. “Desde la vertiente hasta acá, el tanquero hace 90 minutos. Con ese precio, ojalá alcance a recuperar la inversión. No perderé la esperanza”.
En Chone, Flavio Alfaro, El Carmen, San Vicente y Tosagua, la situación es similar. Manuel Peñaherrera viaja por los caminos vecinales que enlazan a Chone y San Vicente. Con un gesto de tristeza, cuenta que aún quedan algunos pozos donde hay agua.
En el balde de madera de su vieja camioneta Nissan lleva dos tanques grandes de plástico y una bomba de succión. El líquido que extrae es para la casa y para alimentar el ganado.
La cantidad que utiliza para el consumo lo filtra por una malla cubierta con trozos de piedra. “No hay otra opción, hay que hacerlo a la antigua. La sed no espera”.
Las vacas consumen el agua contaminada y con restos de maleza. De las 600 000 cabezas de ganado que hay en la provincia, unas 100 000 están en alto riesgo por la escasez de agua. Eso, según Ghunter Andrade, subsecretario de Agricultura en Manabí.
Luego de la declaratoria de emergencia, el Ejército empezó a repartir, en las zonas azotadas por la sequía, 8 000 pacas de heno (alimento para el ganado).
Andrade informó que se han perdido 350 000 hectáreas de cultivo de ciclo corto. Eso ha perjudicado a unas 60 000 familias.
No es el único problema. Javier Valencia, director de la Secretaría Nacional del Agua (Senagua ) en Manabí, dice que la disponibilidad del líquido para consumo humano y riego que es almacenado en las represas La Esperanza y Poza Honda se reduce.
Las autoridades ya piensan en aplicar los racionamientos. Francisco Zambrano asegura que eso acabaría con los cultivos.