30-S: ARAUJO INOCENTE

El mayor del Ejército en retiro Fidel Araujo pasó seis meses en la cárcel. Lo acusaban de haber incitado a la rebelión a la Fuerza Pública el 30 de septiembre, el día de la insubordinación policial.

Los testigos que presentó la Fiscalía no dieron motivo suficiente para que ninguno de los tres jueces que conforman el Juzgado de Garantías de lo Penal de Pichincha pudiese sustentar la acusación inicial. Fidel Araujo recobró su libertad.

La reacción del Gobierno no se dejó esperar; el presidente Correa comentó que es una barbaridad. Si Araujo no es culpable de la supuesta incitación a la rebelión, la estantería que sustenta la teoría del Golpe de Estado cada vez se muestra menos sólida.

Hace pocos días otro oficial, el coronel de Policía César Carrión, hizo noticia. Las lágrimas de su hija conmovieron al Ecuador. Bueno, a casi todo el Ecuador, pues un alto cargo político del Régimen consideró que se trataba de un montaje mediático. El coronel Carrión fue director del Hospital de la Policía, el refugio del Presidente durante la revuelta. Varios días después y solamente tras una entrevista que concedió a la cadena CNN, la justicia lo encauzó luego de una arenga presidencial en una de tantas alocuciones sabatinas.

Los dos personajes, uno libre -hay cinco días de término en los que supuestamente podrían apelar el fallo- y otro todavía bajo un juicio que para muchos resulta incomprensible, parecen ser los chivos expiatorios de un complejo proceso cuya trama todavía no termina de revelarse y que tuvo al país en vilo hace seis meses. Un proceso de acusaciones sin claridad y supuestas conspiraciones sin autores materiales cuyo desenlace todavía el país deberá padecer por un tiempo más, hasta que brille la luz de la verdad.

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