Gobiernos de diversas tendencias han acosado a la prensa. Por su defensa de la libertad y de los derechos ciudadanos, los medios han actuado como un contrapoder independiente de los regímenes. Aquí, una galería de casos conocidos. Pero hay otros. Fredy Aponte, de Radio Luz y Vida, de Loja, estuvo tres meses en prisión por un juicio planteado por José Bolívar Castillo, ex alcalde de Loja. En Machala, Nelson Chacaguazay fue demandado por un juez tras difundir notas en su semanario. En Esmeraldas, Walter Vite fue condenado a un año de prisión.
La prensa ha sido una invitada incómoda en la gestión de los gobiernos democráticos y dictatoriales. Varios regímenes, en menor o en mayor grado, han ejercido presiones, mediante agresiones físicas a los periodistas o a las instalaciones de los medios.
A propósito del Día de la Libertad de Expresión, aquí registramos los casos visibles desde comienzos de la década de los cuarenta, cuando don Jorge Mantilla Ortega, ex director de Últimas Noticias en ese entonces, fue apresado en uno de los gobiernos del doctor Velasco Ibarra.
No existe el afán de victimizar a los comunicadores que vivieron circunstancias adversas, más bien refrescar la memoria de los lectores para que recuerden que los constantes ataques del actual Gobierno son un episodio más, duro por cierto, a la prensa ecuatoriana en su afán de cumplir su objetivo: informar con libertad, equilibrio y ética.
Vicente Ordóñez, presidente de la UNP, dice que la libertad de expresión es un derecho natural del ser humano que le permite vivir en libertad, el bien más preciado. “Este derecho está por encima de cualquier Constitución y de todo derecho, porque es innato al hombre”.
“Nadie -explicó Ordóñez- debe poner trabas para hablar y opinar, sin libertad de expresión los otros derechos se anulan”. Ordóñez recordó que si no hubiese una prensa libre, el país no habría conocido, entre otros, la red Peñaranda, el escándalo de la crisis bancaria que afectó a miles de ciudadanos -los principales periódicos, canales de TV y radios dedicaron amplias series de este tema.
Asimismo, Susana Piedra, presidenta del Colegio de Periodistas de Pichincha, sostuvo que cree en la libertad de expresión y en la libertad de prensa, “por lo tanto condenamos cualquier intento de restricción”. “Mientras más alentemos a expresarse libremente a mujeres y hombres, fortaleceremos su creatividad, autoestima, el desarrollo económico, social e intelectual”. “Cuando más promovamos la publicación de medios, desarrollaremos la construcción simbólica y efectiva de nuestra sociedad, así como su activa participación ciudadana”, dice.
15 de diciembre de 1944
Jorge Mantilla Ortega
El director de Últimas Noticias fue apresado durante el segundo gobierno de Velasco Ibarra. Fue por negarse a revelar la fuente de una información relacionada con una resolución de la Asamblea Constituyente.
18 de marzo de 1975
Julio Prado Vallejo
A Julio Prado Vallejo, columnista de diario El Tiempo, le dictaron orden de prisión porque criticó el viaje del general Guillermo Rodríguez Lara, quien se dirigió a una reunión en Argel. El motivo: una cita de la OPEP.
19 de octubre de 1983
Arcesio Arcentales
El director de Radio Noticia sufrió el cierre de su medio, durante un estado de emergencia, por informar sobre la huelga de trabajadores contra las medidas económicas adoptadas por el gobierno de Osvaldo Hurtado.
4 de diciembre de 1983
Héctor Toscano Ortega
Toscano Ortega, corresponsal de diario El Mercurio de Cuenca, en Portoviejo, fue asesinado cuando investigaba actividades delictivas de algunas bandas. Ángel ‘Cartucho’ Ortega fue inculpado como supuesto autor.
9 de agosto de 1986
Hugo Fernández Calle
El periodista era Director de Noticias de Radio Atalaya de Guayaquil, la cual fue clausurada. Además, Fernández tuvo una orden de captura por difundir una entrevista con el ex presidente Abdalá Bucaram desde Panamá.
16 de febrero de 1987
Rafael Guerrero Valenzuela
Elementos de seguridad del gobierno de León Febres Cordero destruyeron los equipos de las radios CRE y Tropicana. El periodista, actualmente ya fallecido, era el principal directivo de ambas estaciones.
Agosto de 1990
Vicente Arroba Ditto
El director-propietario de Radio Sucre de Guayaquil afirmó que Francisco Borja, hermano del presidente Rodrigo Borja, estaba involucrado en un posible tráfico de armas. Eso llevó al Mandatario a cerrar ese medio radial.
Mayo de 1994
Martín Pallares
El periodista recibió amenazas por denunciar al “hombre del maletín”, un emisario del Gobierno que “compraba” conciencias en el Congreso para armar una mayoría oficialista. Ejemplares de ese diario fueron quemados.
8 de noviembre de 1997
Félix Narváez
El periodista de Ecuavisa fue agredido por guardaespaldas del Congreso, cuando Heinz Moeller era su presidente, por denunciar los ‘amarres políticos’. En 1998 sufrió otra agresión al pie de su casa y fue hospitalizado.
28 de julio del 2002
Miguel Lituma
El periodista del diario La Opinión, de Machala, capital de la provincia de El Oro, sufrió un atentado por su labor periodística. Un individuo le disparó en las piernas. Tras ser herido fue atendido oportunamente.
19 de septiembre del 2003
Rodrigo Fierro Benítez
El articulista fue demandado por el ex diputado León Febres Cordero por supuesta injuria en un artículo titulado ‘Febres Cordero en su sitio’. Lo sentenciaron a 30 días de prisión, pero no fue a la cárcel por su edad.
4 de febrero del 2004
Carlos Muñoz Insúa
El presidente ejecutivo de Telesistema (RTS) salió indemne de un atentado en Guayaquil, cuando desconocidos dispararon a su vehículo. Su chofer falleció. Ese medio de comunicación era crítico a los actos de corrupción.
19 de abril del 2005
Julio García
El fotógrafo chileno radicado en Quito murió asfixiado por nubes de gases lanzados por la Policía, mientras cubría las protestas en Quito durante la caída del gobierno de Lucio Gutiérrez. Él documentaba las marchas.
26 de junio del 2005
Francisco Febres Cordero
El ex presidente Abdalá Bucaram presentó en Guayaquil una demanda civil como paso previo a una demanda penal contra el periodista. Fue por el editorial titulado ‘Jacobito y su poema’, publicado el 15 de mayo del 2005.
10 de mayo del 2007
Francisco Vivanco Riofrío
Un juicio penal se planteó contra el presidente ejecutivo de diario La Hora. Lo presentó el presidente Rafael Correa por un editorial que publicó el periódico quiteño sobre varios hechos de violencia.
22 de diciembre del 2009
Teleamazonas
El canal suspendió su señal durante tres días por una resolución de la Superintendencia de Telecomunicaciones. Esto obedece a un juicio por expresar supuesta información falsa. Jorge Ortiz fue uno de los acosados.
27 de diciembre del 2010
Wilson Cabrera
Es periodista de la radio La Voz de la Esmeralda Oriental Canela, de Macas. Esta emisora fue clausurada por el Consejo Nacional de Telecomunicaciones. Por investigar temas de salud no le renovaron la frecuencia.
18 marzo del 2011
Juan C. Calderón y Cristian Zurita
Una demanda por daño moral presentó el presidente Correa contra los dos periodistas por el libro ‘El Gran Hermano’, que habla de posibles contratos de Fabricio Correa con el Estado. La demanda es por USD 10 millones.
21 de marzo del 2011
El Universo
Rafael Correa presentó un juicio por injurias calumniosas con una indemnización por USD 80 millones a El Universo. El enjuiciamiento se debe a un artículo de Emilio Palacio sobre los hechos del 30 de septiembre.
25 de abril del 2011
Sugey Hajjar
La Secretaría de Comunicación expulsó ese día a la periodista y no le entregó las credenciales para la cobertura en el Palacio Presidencial. Luego de cuatro días, se rectificó y se asignaron las credenciales.
Testimonio
‘Nunca tuve miedo de la autocensura’
Diego Oquendo. Director y periodista de Radio Visión
Lejos de mi ánimo asumir un papel de víctima, pero casi no ha habido gobierno que, más tarde o más temprano, no haya terminado enfadándose con mi talante profesional. Sufrí lo mío con Febres Cordero, con Abdalá Bucaram, con Lucio Gutiérrez… Sin embargo, fue durante las dictaduras que se puso a prueba mi capacidad de resistencia.
Cada medio –prensa escrita, radio y televisión- se expresa con su propio lenguaje. En mi caso, con el debido reconocimiento a las diferencias, puse el mismo empeño, idéntico fervor, un “cierto estilo” cuando ocupaba un determinado escenario. A la hora de la hora, tuve que responder por mi versatilidad laboral…
Conozco todas las formas del asedio gubernamental, que suele perfeccionarse buscando anular al periodista impertinente.
Sí, me pusieron bombas, me desarraigaron, me dispararon, me dejaron en el desempleo. Pero el 1 de abril de 1970 –en el quinto gobierno de Velasco Ibarra- dos paracaidistas me desfiguraron, aprovechando mi desamparo en plena madrugada. Perdí, entonces, el poco ‘sex appeal’ del que disponía.
Cuando la paliza en la avenida 10 de Agosto, luego de salir de las sesiones del Congreso Nacional, me salvó la intervención de un matrimonio que se asomó al balcón de su casa al escuchar los quejidos de alguien al que masacraban sin misericordia. En lo restante, mi mujer y mis hijos fueron siempre mi consuelo.
Nunca tuve miedo a la autocensura. Y no estoy haciendo ningún tipo de alarde. Cuando escogí el periodismo como forma de realización humana, sabía en lo que me metía. Mi santa esposa, ya fallecida, me repitió más de una vez: “Eres necio hasta botar”. Autocensurarme habría significado negarme a mí mismo.
Mi familia fue un soporte fundamental en mi larga carrera periodística. ¡Ay, esta faceta reaviva mis remordimientos! Sometí a mi familia, por esta locura de mantener un ideal, a mil y un privaciones. La peor de todas: carecer de lo indispensable. Nos vimos obligados a vender papel periódico (¡qué ironía!), para prender el fogón de la austera cocina. Bendigo a día seguido a Aída, Diego, Sebastián, Christian y Michelle.
Nunca planteé acciones judiciales contra mis perseguidores. Habría sido enredarse en litigios interminables, en medio de una justicia lista a servir al mandamás de turno. ¿Y de dónde podía obtener el dinero para cancelar el honorario de los letrados?
Jamás denuncié ante organismos extranjeros. Me ayudó un cierto espíritu estoico frente a las adversidades. En cambio, he sido demandado muchas veces por mis opiniones. Venturosamente, no recuerdo haber sido condenado.
Desde luego, por mis malditos juicios críticos, conozco algunas cárceles, donde no se me reconoció ningún privilegio.
Si bien mi tarea era vista con una especie de estupor, porque quizás no se entendía –en aquella época- la pasión con que me enfrentaba a mis antagonistas. “Guambra empecinado”, me dijeron en una ocasión. A manera de contrapartida hubo algún reconocimiento internacional: en 1978, por ejemplo, gané el Premio Mundial de Periodismo EFE.
No viví tranquilo durante las dictaduras. Recuerdo con horror cuando me recluyeron en el tétrico y ya desaparecido Retén del Sur. Me daban un manguerazo con agua helada a las 5 de la mañana. Fue cuando mis bronquios entraron en cuarentena… A lo largo de varios meses me persiguieron a sol y sombra con dos vehículos plagados de pesquisas, mientras yo gastaba las suelas de mi único par de zapatos. Y en cuanto al asesinato de Abdón Calderón Muñoz, el general Bolívar Jarrín Cahueñas fue especialmente severo conmigo.
Me pregunto: ¿qué pasaría el día en que, por solo 24 horas, la prensa “mediocre y corrupta” dejara de informar acerca de la gestión presidencial? Lo de Correa frente al periodismo independiente no es normal… Descubro allí una especie de obsesión cercana a la paranoia. Por lo demás, nunca fui santo de la devoción de Febres Cordero, salvo en los inicios de su carrera política.
La respuesta de la prensa independiente ante las amenazas del gran oficialismo –porque de eso se trata- debe ser una sola: hacer un periodismo cada vez más exigente, más profesional, que se inspire -como siempre- en el noble interés del país y de todos los ecuatorianos.
Testimonio
‘Nuestra lucha, los Derechos Humanos…’
Simón Espinosa. Articulista de diario Hoy y catedrático
Desde 1983 escribo en Diario Hoy en mi columna de opinión y también lo hice en un espacio ágil y breve que se llamaba ‘Cajón de sastre’. Los avatares periodísticos fueron difíciles durante la campaña electoral y en la presidencia del ingeniero León Febres Cordero (1984-1988). Su tono era duro y confrontador, en especial en contra de Osvaldo Hurtado, el presidente saliente.
Yo creo que los ataques fueron injustos. No reconocía nada de la gestión de Hurtado, quien dirigió un gobierno honesto, respetuoso de las libertades, en una de las peores crisis de la naciente vida democrática.
El fenómeno de El Niño devastó a la Costa y bajaron los precios del petróleo. Hurtado por poco se cae por las huelgas que convocó el entonces poderoso Frente Unitario de los Trabajadores (FUT) y también algunos empresarios.
El actual Gobierno se asemeja al de León en una cosa: tampoco reconoce nada de los anteriores, los desacredita.
Febres Cordero ya demostraba un tono autoritario y prepotente cuando fue diputado y logró la salida de Carlos Feraud Blum, ex ministro de Gobierno, por el caso de las muñecas de trapo, destinadas a la Policía en una Navidad.
Ya en el poder, el régimen de León cometió muchos abusos. Por ejemplo: impuso al Congreso una Corte y rodeó con tanquetas policiales a la Corte Suprema de Justicia, contigua al Congreso; la denuncia, del Gral. Frank Vargas, del posible sobreprecio en el avión Fokker. Cuando apareció el grupo Alfaro Vive Carajo (AVC) hubo una excesiva represión.
Diario Hoy informaba de una manera equilibrada y reporteaba los hechos con precisión y profesionalismo. Nuestro diario pedía respeto a los Derechos Humanos.
Asimismo, los colaboradores más cercanos de Febres Cordero, Miguel Orellana, Charlie Pareja y Joffre Torbay, eran prepotentes e impetuosos. Me recuerdan a algunos funcionarios del entorno del actual Presidente.
‘Cajón de sastre’ salía todos los días. Eran breves duros, de humor y denuncia. También escribía Juan Cueva Jaramillo, un hombre lúcido e inteligente; Benjamín Ortiz, Jorge Ortiz…
Aquel Gobierno era inteligente y perverso. Persiguió a Diario Hoy dándole largas a la importación de papel, el insumo principal, y, claro, frenándole la publicidad estatal. A nosotros nos pusieron en la mira.
Yo era Director de Cultura del Banco Central y Juan Cueva Jaramillo, ejecutivo de Foderuma, un fondo que apoyaba a los indígenas, desde sus necesidades, no desde la óptica del poder.
Solo un ejemplo: una comuna de la Sierra central (no recuerdo la provincia) presentó una solicitud para que Foderuma financiara la adquisición de bocinas.
Los funcionarios sonrieron; sin embargo, los indígenas esgrimieron una razón contundente: utilizan las bocinas para comunicarse entre las diversas comunidades de cerro a cerro. Por supuesto que fueron financiadas.
El economista Carlos Julio Emmanuel era el gerente del Banco Central. Un día, Jack Bermeo, gerente administrativo, se acercó a nosotros y nos dijo, de una manera amable, pues él era un hombre tranquilo, que renunciáramos.
No le respondimos. Y ellos, perversos e inteligentes, querían darnos el pase a Guayaquil.
Yo debía hacer una investigación sobre los anónimos cronistas de Indias… y Juan, un tema relacionado con la Antropología, su profesión.
La presión siguió. Denunciamos en nuestros escritos cotidianos. Nos cancelaron por desobedientes (por no ir a Guayaquil). Nuestros abogados, Jamil Mahuad y Alberto Wray, nos defendieron. Ganamos el juicio (alrededor de 3 millones de sucres por despido intempestivo). Con más pasión seguimos en el Cajón.
Durante un mes y medio un grupo de hombres vestidos de terno azul y corbata roja llegaba a patear la puerta de mi casa, en la calle Tamayo, a la 01:00.
Mi familia se asustaba. Había tensión. Un vecino puso una escalera para un posible escape, el cual por suerte no ocurrió.
León Febres Cordero convocó a una consulta popular. Preguntaba si los independientes podían intervenir en política sin el auspicio de los partidos políticos. Fue una campaña apasionada. Nosotros impulsamos el No y el presidente Febres Cordero perdió.