Cada año completa nuestro planeta 365 días de giro en torno al sol, fecha bautizada por nuestra cultura con el nombre de 31 de diciembre, contado a partir de la muerte de N.S. Jesucristo, período abreviado con las siglas E.C., que significan Era Cristiana, que los núcleos agnósticos prefieren interpretar como Era Común.
Otras grandes agrupaciones humanas guardan su propia contabilidad temporal, por ejemplo la judia, que cuenta más de 5.000 años. La importanica histórica, religiosa, moral y cultural de cada transición entre el último día del año anterior y el primero del nuevo año, ha llevado a la humanidad a festejar cada Año Nuevo, al que se recibe con esperanza, y a despedir al Viejo con diverso temperamento, según cada persona: tristeza o dolor, si abundaron los males, gratitud y alegría, si los bienes.
Nadie sin embargo suele celebrar solo uno de aquellos sentimientos. Para todos, cada año que termina ha tenido lo positivo y lo negativo y, por eso, lágrimas y sonrisas se mezclan en los recuerdos y nos permiten dar gracias al Altísimo por lo uno y por lo otro: debemos soportar con entereza las adversidades y celebrar austeramente, sin excesos, las alegrías.
52 semanas tiene cada año y los lunes son los generalmene asignados a los artículos de opinión que la bondad de la familia Mantilla me permite ofrecer a los lectores de EL COMERCIO desde hace casi 40 años. El de hoy, 28 de diciembre, es el final entre mis artículos correspondientes al 2009. No puedo, entonces, sino presentar cordial felicitación a todos mis amables lectores: que el Nuevo Año les traiga prosperidad y ventura.
Igual deseo expreso para todo el personal de este diario, en primer lugar para doña Guadalupe Mantilla de Acquaviva, Presidenta ejecutiva de la Empresa, y por su digno intermedio para todos sus cooperadores y operarios. Mi felicitación, también, y votos de prosperidad para todos los lectores de EL COMERCIO.
Para el señor Presidente de la República, Ministros y colaboradores, que Dios les conceda acierto en la gestión pública, autocontrol y prudencia en las decisiones y enérgico dominio del propio temperamento.Vayan tamién mi amor y bendiciones para mi familia: la amada compañera de mi vida, un hijo y cuatro hijas, nuera y yernos, l3 nietos y dos biznietos.
Imposible, reseñar en pocas palabras todo lo bueno , me limitaré a señalar la elección del Presidente Obama: Que Dios le ayude a superar lo negativo y los graves errores de Bush, su predecesor. Entre lo malo solamente señalaré el triste fracaso de la cumbre de Copenhague, como siempre por el egoísmo de las grandes potencias; y el creciente progreso del calentamiento global. ¡La misericordia de Dios nos ampare!
¿En cuanto al País? Los triunfos de nuestros grandes deportistas: LDU, Vallejo, Quintero, Freile, Lapentti. Si hemos llegado a ser potencias en lo individual, ¿por qué no colectivamente, como Patria?