Desde la calle Los Ríos hasta la av. Pichincha se extiende la calle José de Antepara en el sector de San Blas. De arquitectura colonial, suelo empedrado y paredes en tonalidades tierra o blanquecinas la vía se ha tornado en destino culinario para los extranjeros que visitan la capital.
Los hostales que se asientan sobre los alrededores son una motivación para los moradores del sector. Ellos han marcado una evolución en la calle que, desde hace seis meses, amplió su oferta para los comensales extranjeros con opciones como bares de cerveza artesanal, cafeterías y restaurantes. Con una nueva atmósfera, el pasaje también se enmarca como un destino turístico para los propios capitalinos.
En San Blas aumentan las ofertas de comida para los extranjeros, por su ubicación cercana a los hostales del sector. Foto: Galo Paguay/ SABORES.
El primer local en abrir el camino gastronómico sobre la calle fue Café San Blas. Alexandra Cepeda, propietaria, cuenta que hace siete años decidió empezar un negocio en su casa. “Nunca estuve muy clara sobre a qué mercado me enfrentaba. Me proyectaba hacia los colegios, gente nacional pero tuve más apego con los extranjeros”, dice sobre el local que comenzó como pizzería y con el tiempo se convirtió en restaurante de comida italiana.
Cepeda asegura que su sazón ha sido la razón para mantener el local que se llena con turistas de todas partes del mundo “llega gente de todo lado: coreanos, alemanes, estadounidenses, australianos y han incrementado bastante turistas españoles y argentinos”.
En esto coincide Hambar Ayala, dueña de Atávico Arte Café. Su clientela es extranjera, en un 80%. En la cafetería también funciona una galería de arte reciclado. Ayala propone un espacio que mezcla diseño y barismo con café artesanal de altura, netamente lojano.
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En esta calle las propuestas se elaboran en casa. Así lo hace Edward Ellis en su bar-restaurante La Oficina. Ellis prepara la cerveza artesanal San Blas, que se distribuye únicamente en el local de ambiente rústico, donde la barra y las mesas se armaron con ‘pallets’. La oferta culinaria incluye pizzas de quinua y alitas estilo ‘Buffalo’.
En el bar-restaurante La Oficina las propuestas gastronómicas son elaboradas en casa. Foto: Galo Paguay/ SABORES.
Hace cuatro meses se abrió Piedemonte. Su administradora, Myriam Pozo, explica que la casa sobre la que se construyó el restaurante era de sus padres: “Decidimos utilizarla para aprovechar el espacio que tiene riqueza histórica en esta zona de Quito”. Su apuesta en comida es variada en platos a la carta y, si bien no tiene un estilo único, se puede encontrar menús vegetarianos, comida rápida y carnes, entre otras opciones.
Turistas consumen en el restaurante Piedemonte que nutre sus alacenas de la finca Piedemonte Farm. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Para Cepeda, el movimiento de los hostales en el sector se ha fortalecido desde hace cinco años. Desde entonces el barrio ha ido mejorando bastante. “Ha sido un proceso lento, pero en este tiempo se asentó más una preocupación por el turismo”, concluye Cepeda.
La Antepara se expone como modelo para recuperar espacios del Centro Histórico, mediante la oferta gastronómica.