Con la paciencia desbordada entre la inoperancia del Gobierno, la violencia y la escasez, la oposición junta firmas para el fin del mandato de Nicolás Maduro.
Pese a que existe un plazo legal todavía dilatado para la recolección de las 200 000 firmas que exige la norma legal ( el 1% del padrón) para ir a referendo, en tres días las rúbricas suman miles.
En una pesadilla de desgobierno con una escasez rampante y una violencia insostenible, Maduro lucha contra una oposición que por primera vez es mayoritaria y contra una opinión pública internacional que lo ve como autoritario y fracasado. El número de presos políticos y la falta de alimentos fueron el prólogo para el colmo de males: la falta de energía eléctrica.
Con una sequía que ha agostado las fuentes de agua con las que se genera la energía hidroeléctrica, el Régimen socialista optó por declarar cuatro horas diarias de apagón, con las consabidas molestias, los efectos negativos en la producción y la creciente inseguridad en las zonas donde reinan las tinieblas.
Además, y como si lo dicho fuera poco, esta semana el apabullado Presidente tomó otra medida desesperada: la burocracia solo trabajará, mientras dure el apagón, dos días a la semana. Es una manera de evitar desplazamientos y el consumo de luz en las oficinas.
Bajar las persianas a la burocracia es un síntoma inequívoco de incompetencia extrema. Mientras tanto, Maduro resiste el nuevo embate: la recolecta de firmas para echarlo legalmente del cargo.