La hora de la alianza público-privada

Las tragedias también sirven para unir, y lo ocurrido en Ecuador el sábado pasado puede ser una oportunidad para poner en marcha una gran alianza público-privada, porque luego de un terremoto de gran magnitud lo que viene es reconstruir las zonas devastadas y eso demandará muchos recursos.

Los daños registrados en Manabí, Esmeraldas, Guayas, Santo Domingo, entre otras provincias, aún son incuantificables, pero los reportes iniciales de daños materiales y de afectaciones a las personas hacen prever que el fondo de contingencia anunciado por el Gobierno se quedará corto.

Los USD 600 millones que el Ministerio de Finanzas prevé recibir a través de líneas de crédito de organismos multilaterales pueden ayudar a cubrir las primeras necesidades de una emergencia, pero una reconstrucción demandará más recursos.

Y el Fisco no tiene más recursos, es más, tiene un gran déficit que no puede cubrirlo porque no consigue financiamiento.

Está demás señalar que los fondos de ahorro sirven para atender emergencias como la actual, y que el Gobierno desmanteló esos fondos. Chile, a pesar de contar con ahorros por la exportación del cobre, en el 2010 aumentó los impuestos para financiar la reconstrucción de las zonas afectadas por un terremoto en ese año.

El costo para las arcas públicas se calculó en USD 8 400 millones durante cuatro años.

Los desastres naturales suelen venir acompañados de fuertes réplicas en el aparato productivo. Entre el 2006 y 2012, por ejemplo, los costos de los terremotos registrados en Indonesia, China, Chile, Haití, Nueva Zelanda y Japón oscilaron entre USD 3 000 millones y 309 000 millones. El peso en la economía depende de la fortaleza de cada país.

En el caso ecuatoriano, las opciones para superar los problemas de falta de ahorros y un déficit sin financiamiento están no solo en acudir a más multilaterales, sino también a las empresas privadas que pueden invertir, siempre que haya reglas estables.

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